viernes, 19 de diciembre de 2008

Predicar a DIOS en la actividad política


(Reflexión basada en Lucas 6, 27-38 y en Mateo 6, 24-34)

Para los creyentes, DIOS es quien da sentido a sus vidas y la fuente de su tranquilidad y felicidad.

Podemos hacer presente a DIOS en toda actividad humana, siempre y cuando tratemos a quienes interactúan con nosotros (principalmente a quienes tienen mayores necesidades materiales y/o espirituales) como si fueran DIOS, o al menos como si fueran uno mismo, aunque sean adversarios o enemigos.

El testimonio de DIOS resulta convocante si no hacemos mal a quienes nos perjudican, y más aún si devolvemos bien por mal.

En la actividad política resulta común tener adversarios y/o enemigos circunstanciales o permanentes, por lo que constituye una fuente de oportunidades para predicar a DIOS procurando el bien de todos, que es lo que EL quiere.

Hacer bien a los demás se pone en evidencia, especialmente, en el trato que les damos. Dicho trato debiera tener en cuenta principalmente nuestra común condición de ser creados por DIOS (a su imagen y semejanza) invitados a ser hijos de DIOS.

Considerar dicha condición ayuda a los creyentes no sólo a no explotar a los demás, sino a no dejarse explotar por alguna otra persona y a servir al necesitado.

Los creyentes que actuamos en política debiéramos promover prioritariamente la concordia social, comenzando en nuestros propios Partidos Políticos, donde tenemos que vivir conforme a la forma como pretendemos que viva la sociedad.

El creyente que actúa como dirigente político tiene mayor responsabilidad en el testimonio, fundamentalmente cuando se expresa a través de los medios masivos de comunicación social, donde considero relevante que debiera propiciar, con calidez y didáctica, las mejores propuestas para resolver los problemas presentes, evitando la agresividad y el emitir juicios de valor sobre las personas. Para poner en evidencia una mala conducta resulta suficiente decir que determinada persona está actuando mal, evitando decir que es mala. De esta manera se evita generar antagonismos en quienes quieren a dicha persona por otros comportamientos y no se generan condiciones desfavorables, para la mejora de la misma en sus futuros comportamientos.

Ser intransigente con el error y con el avasallamiento de un ser humano a otro es compatible con aceptar al que piensa y/o siente y/o actúa diferente.

Para procurar que una persona deje de cometer acciones que consideramos equivocadas y/o incorrectas, los creyentes debiéramos intentar seguir los pasos que el Evangelio detalla para realizar una corrección fraterna, es decir: primero tratar de corregir en secreto, si no da resultado o no resulta conveniente, tratar de hacerlo en presencia de personas afines y si tampoco da resultado o no resulta conveniente, procurar hacerlo frente a la comunidad (La Justicia y/o los medios masivos de comunicación social).

La concordia favorece el bien común mientras que las discordias lo entorpecen.

Un creyente puede darle igual prioridad a otra persona que a uno mismo y “poner la otra mejilla”, sin por ello ser ingenuo, ni dejar de valorarse, ni perjudicar a la sociedad, ni vivir intranquilo, porque, entre otras consideraciones, sabe que:

1.- Lo expuesto se deduce del mandamiento de DIOS: “Amar al prójimo como a uno mismo”.

2.- La aprobación y privilegios humanos dan mucho menos satisfacción que vivir conforme a DIOS.

3.- Lo bueno que nos sucede se debe principalmente a DIOS y a que actuemos conforme a nuestra conciencia, y en mucho menor medida a la jerarquía terrenal que tengamos o a la actividad que desempeñemos o a los resultados que obtengamos o a la aprobación que recibamos, o a que tengamos un elevado grado de satisfacción de nuestras necesidades materiales.

4.- Por la gracia de DIOS, el otro siempre tiene la posibilidad de mejorar, purificarse y actuar conforme a la voluntad de DIOS.

5.- Por la gracia de DIOS y el actuar conforme a nuestra conciencia, la felicidad y la vida, siempre superan infinitamente al dolor, al sufrimiento y a la muerte física.

6.- No todo lo bueno está en uno (o en nuestro grupo), ni todo lo malo en el otro (o en su grupo).

7.- DIOS conoce nuestras necesidades reales y las satisface, más allá de nuestros méritos.

8.- La confianza en DIOS supera ampliamente a la desconfianza que puede inspirarle quienes circunstancialmente dirijan y/o tengan poder sobre la sociedad.

Si como creyentes actuamos en política pensando que el otro también puede ser mejor, liberándonos de lo que el otro hizo en el pasado, confiando en que DIOS nunca nos abandona y abocándonos a la resolución de los actuales problemas de la sociedad, la actitud será distinta a la habitual y estaremos realizando un aporte posible para mejorar la sociedad en que vivimos.

Dado que somos cristianos, que vivimos en la zona norte y que estamos próximos a festejar la Navidad, quiero transmitirles unos conceptos que el Obispo de San Isidro, Jorge CASARETTO, expresó en su Carta Pastoral correspondiente a la Navidad del año 1992:

“¿Para qué nació JESÚS?: ¿Para enseñarnos una doctrina?, ¿Para que adhiramos a una ideología?, ¿Qué les dice a los hombres de este tiempo una doctrina o una ideología?.
JESÚS nace para invitarnos a seguirlo en un camino de salvación. Esto quiere decir: nos invita a vivir según SU estilo, a cumplir SUS mandamientos, a obrar como EL obra y en definitiva, a amar como EL ama.”

Teniendo en cuenta que el amor a los demás es la solución general de que disponemos los creyentes para aliviar y/o curar los males, quiero también transmitirles unas breves reflexiones de Erich FROMM, Louis EVELY y Gabriel MARCEL, para poder iluminar y dar más sentido a esa acción esencial que debemos realizar:

El amor es dar sin esperar nada a cambio, y el dar no es quitarse algo o privarse de cosas, sino que es compartir lo mejor de sí mismo o lo más precioso del ser, con otra u otras personas. (Erich FROMM, en “El arte de amar”).

Una persona es alguien que tiene infinitamente más futuro que pasado. En el otro, siempre existe mucho más que lo que ya hemos descubierto en él. (Louis EVELY).

Amar a alguien es otorgarle crédito. Es esperar de él algo completamente distinto de lo que ya le hemos encontrado. El amor entraña necesariamente una dimensión de futuro. (Louis EVELY).

Amar a un ser es esperar en él para siempre (Gabriel MARCEL).

Miguel Ángel Bustos, en la reunión de la Mesa del 6 de diciembre de 2008

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