Fecha: sábado 12 de diciembre de 2009.
Tema: “Fin del año"
Conductores: Alejandro Field (AF) y Adriana Blasi (AB), de
Transcripción de la grabación
AF: Como decía recién, quería cerrar este ciclo con la palabra del Obispo de San Isidro, Monseñor Casaretto. El programa nuestro se llama “De espectadores a actores”. La idea que tenemos nosotros es promover la participación, tanto de los ciudadanos pero especialmente de los creyentes. Pensamos que hay un déficit acá de participación en la política, que es necesario, ¿no? Hemos centrado todas nuestras entrevistas en temas, pero más que nada en personas. El centro, creo, como cristianos, es la persona. ¿Qué ha hecho esa persona o quién es esa persona? Yo acá, buscando un poco en su historial, veo acá que tiene 45 años de sacerdote, 32 años de obispo, va a cumplir 25 años el año que viene en el Obispado de San Isidro, 73 años va a cumplir a fin de año, y yo lo que veo es que usted está tal vez en la parte -¿me equivoco?- más activa de su vida, en un montón de actividades, responsabilidades, opiniones, comités y todo lo demás. ¿Qué es lo que lo motiva en esta etapa de su vida a hacer tantas cosas, meterse en tantos problemas muchas veces, y atender tantos temas distintos?
JC: A ver, yo lo que creo que a veces la vida de uno siempre ha sido la misma. Lo que ocurre es que a veces, y pasado el tiempo, tiene un poco más de repercusión mediática, pero el trabajo de un sacerdote, de un obispo, es un trabajo full-time. Yo no puedo hablar de mí, pero hablando de los sacerdotes de la diócesis, están todo el día trabajando, sobre todo en este momento, la fe, cómo expresarla de modo tal que tenga consecuencias de carácter social, ¿no es cierto?, de carácter, de promoción de la dignidad de la persona humana. Ese es el desafío tan grande que tiene la iglesia, como tienen todos los creyentes hoy. Que esa fe en Dios se traduzca en mayor dignidad. Y eso nos consume todo nuestro tiempo. Ahora, al estar en Cáritas un tiempo, en el momento de la crisis más fuerte de la Argentina, y después en Pastoral Social, por ahí se sabe más lo que uno hace, pero en general los sacerdotes están, desde que se levantan hasta que se acuestan, estamos trabajando, ¿no? Gracias a Dios, encontramos tiempo para la oración. Sin eso, sería absolutamente imposible llevar nuestra vida adelante. También para leer, porque uno tiene que estar actualizado. Pero la mayor parte de nuestro tiempo es tiempo de la gente, ¿no? Tiempo de Dios y tiempo de la gente.
AF: O sea, hay gente que tiene más exposición que otras, pero la iglesia está formada por todos por igual.
JC: Exactamente. Además, esto es una de las cosas, yo siempre digo, la Iglesia Católica en la Argentina tiene una capilaridad muy fuerte. Estamos en todas partes del país. Si ustedes van a la Quebrada de Humahuaca, se encuentra con una iglesia. Si van a la Patagonia, se encuentran con una iglesia. Van a una villa de emergencia, se encuentran con una iglesia.
AF: Laicos y sacerdotes.
JC: Exactamente, la iglesia es eso. El sacerdote, el laico, religiosos, religiosas, comunidades cristianas. Casi todas las comunidades hoy en día han tomado esta conciencia de traducir la fe de modo tal que crezca la dignidad de la gente.
AF: Perfecto. Una buena noticia. El miércoles el Senado aprobó, ya es ley, el Programa Nacional de Educación y Prevención sobre el Consumo de Drogas, un producto del programa “De habitantes a ciudadanos”, si no me equivoco.
JC: Sí, voy a explicar un poquito, porque a veces la gente no termina de entender…
AF: Una satisfacción, ¿no?
JC: Sí, una alegría muy grande. Estuvimos atrás de este proyecto hace mucho tiempo. Hay un comité de Justicia y Paz del Episcopado, presidido por un laico. El presidente es un laico, Eduardo Serantes. Yo soy asesor. El Episcopado ha previsto que el presidente de la Pastoral Social asesore a esta comisión. Y esta comisión hace tres años decidió constituir un foro con las organizaciones más representativas de la Argentina. Están los credos, están las organizaciones de la sociedad civil, empresariales, los sindicatos. Están los banqueros, están las universidades, es decir un foro muy representativo. Y entonces, uno de los objetivos… “Busquemos”, dijimos, “un tema que nos una a todos, que no nos divida”. ¿Cuál es el tema? Bueno, la prevención de las adicciones. Nadie que tenga un poco de sentido común puede estar a favor de las adicciones. Entonces este es un tema que nos aglutinó. Estuvimos trabajando más de un año en la redacción de un proyecto de ley. Cuando lo terminamos, convocamos a la comisión que está en Diputados, que preside la Dra. Gianettasio, vinieron los diputados, estuvieron encantados con el proyecto, nos invitaron a presentarlo a Diputados, en la misma cámara, fuimos, y nos recibieron en uno de los salones. Ese día hubo muchísimos diputados. Aceptaron este proyecto y Diputados lo aprobó. [5] Faltaba la aprobación del Senado, y gracias a Dios se aprobó este miércoles pasado, así que antes que termine el período de sesiones.
AF: ¡Qué bueno!
JC: Este proyecto implica que todos los organismos educativos, por ley, van a tener, deben tener el tema de la prevención de las adicciones como un tema fundamental. O sea que en todos los colegios del país se va a trabajar en la prevención de las adicciones. Es un campo, también, como decíamos antes, de mucha capilaridad, porque quiere decir que todos los ciudadanos van a pasar por algún momento que van a ser prevenidos todos los niños.
AF: Cuando habla de adicciones, ¿cuáles son los principales?
JC: Los principales son, bueno, la droga y el alcohol también, hoy en los jóvenes es un tema muy importante. Pero esas son las principales que estamos queriendo trabajar.
AF: Cuando usted me habla de esta conjunción de funciones religiosas, iglesias, inclusive el gobierno, me hace acordar el tema de la pobreza, también. Toda una lucha muy constante de la iglesia católica especialmente, que finalmente se ha empezado a lograr algo. Se ha instalado el tema en la sociedad. Ha dejado, me parece, de ser tan político, y ya es un tema, me parece, de todos: del gobierno, de la iglesia, de la oposición inclusive. Tal vez para mejorar este ingreso ciudadano, ¿no?, pero me da la impresión esa, que se puede trabajar en conjunto –iglesia, gobierno, oposición…
JC: La idea es, a ver, hoy hay un problema muy serio. ¿Cuál es el programa serio? Que la sociedad civil no se siente totalmente representada por los representantes políticos.
AF: Correcto
JC: ¿Y por qué? Esto nos lo explicaba la otra vez un politólogo italiano, Stefano Zamagni, que decía: “Hoy la sociedad es la sociedad del conocimiento”. Y el conocimiento en la sociedad civil. Los políticos ahora no tienen todo el conocimiento, porque el conocimiento es tan amplio, yo diría, podemos decir, en el siglo XIX, un político prácticamente era un representante hasta intelectual de la sociedad. Hoy en día no es así. Está bien que no sea así.
AF: Como los científicos…
JC: Claro, exactamente. ¿Cómo hacemos para unir, generar esos vínculos, entre la sociedad civil y nuestros representantes. Este es uno de los grandes temas. Bueno, por eso las sociedades tienen que organizarse mejor. Este foro, por ejemplo, es uno de los modos. Después hay muchas sociedades intermedias. Incluso yo… y acá yo creo que está trabajando bien la Coalición Cívica en este sentido, es decir, constituir un foro o un equipo de gente convocada también por su credo religioso, bueno, tiene mucho que aportar. Que un grupo político diga: “Bueno, los credos tienen algo que decirnos en algunos temas. Vamos a oír”. Esto me parece que son buenos ejemplos, de seguir creciendo en este tipo de contactos y comunicaciones entre las organizaciones de la sociedad civil y la sociedad política.
AF: Ahora, el tema de la pobreza, ¿coincide en que ha dejado de ser tan político y ya está asumido por toda la sociedad?
JC: Está siendo asumido…
AF: Está siendo…
JC: Ahora, los políticos son fundamentales, porque los que toman las decisiones son ellos. Entonces, yo creo que incluso este programa para la niñez tiene que ser tratado en las cámaras, porque puede ser perfeccionado. Nosotros lo apuramos, y esto fue un trabajo muy fuerte de Justicia y Paz, ya no del foro, de Justicia y Paz, lo apuramos este tratamiento porque pensamos que era un paso que había que dar necesariamente, pero que hay que completar con muchos otros pasos, ¿no? Le voy a poner un ejemplo que nos daba el otro día el Dr. Arroyo, ¿no? Decía: “Por ejemplo, si un chico deja hoy el colegio y crece, a los 14, 15 años, a ése chico se lo convence que vuelva a la escolaridad. Vuelve, a juntarse con chicos de 11 años. Nunca se va a integrar. Entonces, hoy…
AF: Deja de vuelta…
JC: Deja de vuelta. Entonces, la complejidad de la pobreza implica no solamente ayudas económicas, sino, por ejemplo, la reestructuración de muchos ámbitos educativos, no es cierto, porque de la pobreza no se sale con plata solamente. Se sale solamente generando toda una cultura, unos hábitos, por ejemplo una cultura del trabajo, no es cierto, una elaboración de fortalezas frente a las adicciones. Son muchos los ámbitos que implican una lucha verdadera contra la pobreza.
AF: Y, además, creo que es un tema a largo plazo. El otro día teníamos un diálogo con Juan Carr, que hablaba del tema del hambre, y él hablaba en una forma realista, como experto, él hablaba de 10 años. Y uno dice, ¿no se puede erradicar de un día para el otro? Y no es así aparentemente. Estos son temas que hay que perseverar, y no bajar los brazos, y seguir luchando, ¿no es cierto?
JC: Exactamente, exactamente. Por eso, la idea nuestra, lo ideal sería poder llegar a determinar algunos consensos, 4 ó 5, que se perpetúen en políticas públicas y que venga el gobierno que venga eso se respeta, porque si no se encara así va a ser muy difícil…
AF: Cada uno va a tratar de hacer algo distinto o mejor que el anterior…
JC: Claro.
AF: Hay un tema, también, el tema de la familia, este famoso tema del supuesto “matrimonio homosexual”. A mí me da la impresión –no sé si usted coincide– que ha sido un tema que ha sido querido ser apurado, o sea no era un tema instalado en la sociedad. En un año muy político, en un año con un montón de temas, de repente a fin de año, noviembre, octubre, se instala un tema a las apuradas, después aparece una jueza que trata de ir por encima de la Constitución o decir que no… ¿Es así? ¿Merece un tratamiento mucho más largo, a nivel de sociedad, esto, o hay que cerrarlo y no hablarlo?
JC: No, no, yo creo que merece que se trate mucho más lentamente, y además que se permita [ ] bien las cosas. Generalmente, ¿qué es lo que ha pasado? Entonces, comprendo. La gente que tiene problemática de la homosexualidad plantea las cosas como si se sintieran segregados, discriminados. Y hay que marcar muy bien que no hay absolutamente ningún ánimo de discriminación. Acá hay un tema que es, es la época de los romanos que el matrimonio se consideró siempre la unión de un hombre con la mujer.
AF: Y en todas las sociedades.
JC: En todas las sociedades. Entonces, no se trata acá, además cambiar algo que es tan fundamental, incluso más allá de lo religioso, por eso digo de los romanos. El Derecho Romano era pagano, tenía sus dioses, pero no era la Iglesia Católica, ni [aparecía]. Hasta acá es un tema que nosotros consideramos que es de derecho natural. Entonces, una cosa es el derecho natural que está además consagrado en la Constitución, me parece que a través de una jueza esto es un tema que merece un tratamiento muy claro, y además que se vea claramente, ¿no?, que los que estamos defendiendo el matrimonio no estamos en contra de nadie sino simplemente estamos diciendo que creemos con toda sinceridad, y tenemos argumentos para demostrar, que el matrimonio es una institución básica entre un hombre y una mujer. Así que, bueno, creo sinceramente que se habrá dado apresuradamente y se habrá dado sin que se puedan exponer claramente las razones, ¿no?
AF: Inclusive este tema de confusión que usted menciona, de la discriminación que aparece en le proyecto de ley, ¿no?, yo creo que una cosa es no discriminar a una minoría y otra cosa es que una minoría muy, muy chica quiera imponerse a la mayoría. Creo que estamos dando vuelta un poco el concepto de mayoría y minoría. Me parece que va por ese lado, ¿no? Ahora, como autocrítica, tal vez, tanto la iglesia católica como la evangélica, que nosotros hemos adherido a sus declaraciones, ¿no?, ¿Será necesario un replanteo de cómo la sociedad ve a la iglesia católica, a la evangélica, en el sentido que siempre terminamos puestos como retrógrados, como reaccionarios, y los que tienen posiciones de este tipo son los progresistas, los que van para adelante, cuando yo no creo que sea así? Creo que no hay nada más revolucionario que defender las instituciones básicas de la sociedad, pero ¿hay una autocrítica en cuanto a cómo aparecemos o nos hacen aparecer?
JC: Hay temas, por ejemplo, que son indiscutidos, y cuando nosotros los tratamos caemos simpáticos con la sociedad, como el tema de la pobreza. En cambio, todo lo que es la defensa de la vida, la defensa del matrimonio, aparece como si fuera una actitud conservadora. Yo en esto tengo una posición delante de Dios, que me tachen de progresista o conservador sinceramente no me interesa…
AF: No le importa…
JC: No me importa. Además, si yo por defender lo que creo que es una verdad, y defendiéndola siempre con la caridad, ¿no?, es decir, con el amor, no queriendo imponer nada, si yo por defender algo que creo que es verdadero, haciéndolo con los métodos que tienen que ver con la caridad cristiana, soy tachado de una cosa u otra, y bueno, se lo ofrezco al Señor. A Jesús también le tocó pasar por momentos difíciles, incomprendido. No sé si va a ser comprendida nuestra posición en la sociedad, pero no tenemos más… no podemos sino defender aquellas cosas de convicciones muy profundas, porque además yo creo sinceramente que la sociedad se equivoca cuando entra en un relativismo donde da todo lo mismo.
AF: O sea uno está pensando no solamente en su grupo, en su fe, sino…
JC: En la sociedad toda, en la sociedad total. Si destruimos, a ver, si destruimos la familia como base de la sociedad, ¿quién va a reemplazar el papel del padre y de una madre? ¿Una asistente social? Es impensable pensar en esto. Bueno, y yo creo justamente que el gran trabajo que debemos generar, a veces incomprendidos cuando estamos en estas posiciones, es el fortalecimiento de la familia, y eso no va contra nadie, va en bien de la sociedad, porque nadie se puede preocupar por un hijo como una madre. Y nadie se puede preocupar por un hijo como un padre. Vamos a dar un ejemplo elemental, el tema de las adicciones. ¿Quién va a trabajar más para que un chico salga de la adicción? ¿Su padre o su madre, o una asistente social? Ahí está el tema.
AF: ¿Cómo ve usted esta preocupación, tanto de la iglesia católica como también de la evangélica, de promover la participación política de los creyentes? Ha habido muchas encíclicas, muchos escritos promoviendo esto, diciendo que los laicos tienen que ocupar un lugar. El programa “De habitantes a ciudadanos” es uno. ¿En qué estado está eso? ¿Usted ve un interés y una participación mayor de los laicos en un partido político, por ejemplo?
JC: A ver. Yo diría, primero, la política es una vocación, el hecho de estar en un partido político. No cualquiera puede estar en un partido político, porque si uno no tienen vocación en la política es difícil.
AF: Vocación como “llamado”.
JC: Claro, como un llamado y además trabajar en una vocación o una misión concreta requiere generar hábitos, no es cierto, [ ] hasta las 3 de la mañana cuando [ ], hay que acostarse todas las noches a esa hora…
AF: Hacerse mala sangre…
JC: Hay que tener una esposa comprensible o un esposo comprensible. Son muchas cosas. Entonces, no todo el mundo tiene por qué estar en un partido político. Sí, todos tienen la obligación de preocuparse por la sociedad. De alguna manera participar. Buscar canales de participación. Esto es lo que tenemos que promover. Y la vocación política es una vocación. Aquellos que la experimentan, que la van descubriendo, yo creo que las iglesias tenemos como la obligación de hablar más de esta dimensión de la caridad, que es una dimensión muy exquisita en la caridad, la participación en la política. Tenemos que hacerle mejor cartel a la política. Y los políticos, sobre todo, tienen la responsabilidad también, a través de sus buenos comportamientos y el testimonio, de animar a los jóvenes… Pero sí lo que las iglesias no pueden dejar de hacer es generar esta conciencia de que somos ciudadanos, y no solamente habitantes, de que tenemos una preocupación, debe manifestarse en nuestra vida, en nuestra participación, una preocupación por el bien común. Esto es fundamental.
AF: Usted fue instrumental, todo el mundo lo reconoce, para detener esta intención de querer avanzar con el juego en esta zona, tragamonedas, uno ya veía un espectáculo un poco dantesco que uno no quería ver, ¿no? ¿Cómo ve esto, digamos, hace falta más participación inclusive de los ciudadanos, apoyándolo a usted y otra gente que esta invasión del juego, como una adicción más, en realidad, o podemos descansar tranquilos que esto no va a pasar mientras esté usted?
JC: No. Mire, que hemos descansado tranquilos y cómo se ha multiplicado el juego en la Argentina, ¿no? Yo creo que en esto la gente no tiene una conciencia demasiado desarrollada, ¿no? Creo que no atisban lo que significa el juego como destructor de las familias, porque dicen: “Bueno, si tiene la adicción va a buscar el juego de cualquier manera”. Las adicciones se fomentan o se combaten, y entonces la sociedad tiene una obligación de combatirlas. Aquellas personas que tienen la enfermedad de la ludopatía, bueno, tendrán que ser tratadas, pero no se le puede facilitar a esa persona que tenga el juego ahí nomás, a su alcance. Nosotros comprendemos que hay males que son difíciles de erradicar, pero en la Argentina, si las salas de juego estuvieran nada más en los grandes centros de vacaciones, bueno. Ahora, tenerla a la vuelta de casa, eso es terrible.
AF: En la esquina, al lado de la escuela…
JC: Tal cual, eso es…
AF: La última pregunta, o invitación. Estamos en tiempo de Adviento, que se asocia con esperanza. ¿Cuál es su mensaje para la gente que está escuchando, para nosotros, en este tiempo del país, del año, donde a veces uno baja la guardia y está cansado? ¿Cuál es el mensaje de aliento de Navidad para todos, no solamente para los creyentes?
JC: Primero, recordar que el Adviento es la preparación para Navidad. Ahí vamos a rememorar el nacimiento de Jesús. Pero ese Jesús que vino dice que va a volver. Entonces, nosotros creemos realmente que cada uno de nosotros hemos sido creados por Dios de modo tal que no hay otra… no hay nadie, que pueda cumplir lo que yo cumplo. Nadie me puede reemplazar. Yo soy tan singular, y esto es un signo de cómo Dios nos quiere, que nos ha hecho a cada uno distintos. Y cada uno de nosotros tenemos un destino eterno. Y ese Jesús que va a venir, va a venir justamente para anunciar que esa eternidad se hará una realidad posible, que esa resurrección de Él va a ser nuestra propia resurrección. Por eso es un tiempo, por un lado, de alguna manera, recordando este Jesús que vino, que dio su vida por nosotros, tratar de tener una actitud de conversión en nuestra vida, arrepintiéndonos de todos los males. Siempre, por nuestra condición humana, alguna dimensión de pecado aparece en nuestra vida. Entonces, el arrepentimiento y la esperanza. Decir, bueno, puedo confiar que la misericordia de Dios también me toca a mí, ¿no? Yo estoy convocado por Dios desde su misericordia y de su amor, de su perdón, y toda siembra que yo realice acá de bien es una siembra que va a fructificar en la resurrección de los muertos. Esto es una convicción muy profunda. Por eso este tiempo es un tiempo de mucha esperanza, y es un tiempo donde esa esperanza también nos lleva a preguntarnos esto: “Bueno, yo tengo esperanza en Dios. ¿Dios puede tener esperanza en mí?”. Y sí, Dios puede también esperar algo de mí, justamente porque con su amor tan grande me ha dado tantos dones, que quiere que estos dones fructifiquen. Entonces, también es un tiempo de, podemos decir: “No le fallemos a Dios”.
AF: Monseñor Jorge Casretto, muchas gracias por este tiempo, especialmente por estas últimas palabras de aliento que vamos a transmitir a nuestros oyentes.
JC: Bueno, una bendición muy grande a todos y muy felices navidades.
AF: Bueno, muchas gracias.
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