lunes, 28 de diciembre de 2009

Entrevista a Nina Balmaceda


Programa: "De espectadores a actores", Radio FM Fénix 100.3, Martínez.

Fecha: sábado 19 de diciembre de 2009.

Tema: “La paz en América Latina"

Conductores: Alejandro Field (AF) y Adriana Blasi (AB), de la Mesa Interreligiosa del Conurbano Norte de la Coalición Cívica

Entrevista telefónica desde Nueva York, EE.UU. a Nina Balmaceda (37 minutos)


El archivo se puede escuchar en línea cliqueando aquí y se puede bajar cliqueando aquí

Transcripción de la grabación

AF: Tenemos en línea a Vilma “Nina” Balmaceda. ¿Cómo te va, Nina?

NB: Muy bien, gracias. ¡Qué gusto estar con ustedes!

AF: Sí, es un gusto. De los 30 grados de Buenos Aires a los -3 grados de Nueva York, si no me equivoco.

NB: En efecto.

AF: Nina, es un gusto tenerte y gracias por atendernos a esta hora. Son las 7 de la mañana, entiendo, allá en Nueva York. Pero creo que es muy interesante lo que nos podés aportar al tema que venía proponiendo de por qué no pensar, en el 2010, para la Argentina por lo menos, después de dos años de mucha tensión, un año de pacificación, ¿no? Y sé que este tema de la pacificación, a veces pensamos, te decía recién antes de entrar al aire, que cada país, yo pienso en Argentina, pensamos que nuestro caso es algo muy especial, que hemos sufrido algo muy particular. De hecho, el terrorismo de estado, y el terrorismo de la guerrilla, de los 70, de los 80, todavía sufrimos las heridas, pero vos tenés un panorama mucho más amplio de toda América Latina, y ¿cómo ves toda esta situación en general, digamos, cómo ves en América Latina en cuanto a lo que pasó hace 20, 30 años, y las heridas que falta restañar al día de hoy?

NB: Si, bueno, creo que tenemos que comenzar por admitir, por cierto, que cada caso tiene sus particularidades. Probablemente Argentina y Chile sean los dos casos más similares, pero las razones que motivan la violencia política, por ejemplo si comparamos Guatemala, comparamos Perú y Argentina, encontramos ciertamente particularidades muy propias de cada contexto. Entonces no estamos simplificando sobremanera la situación. Admitimos que se estuvo respondiendo a situaciones en cada país que en muy pocos casos pueden admitir sobregeneralización. Sin embargo, cuando miramos a nuestra región, y miramos el número de situaciones de violencia política que hemos enfrentado, admitiendo las particularidades, tenemos que llegar a concluir que, en efecto, sí existen patrones bastante similares, cuando vemos la situación desde una perspectiva macro. Esas causas más generales de por qué varios de nuestros países, realmente demasiados países, de nuestra región han sufrido períodos de violencia tan intensa a nivel interno tiene, en muchos casos, que ver, en primer lugar con la extraña convicción de los líderes políticos, en distintos momentos, de que la política justifica la violencia. Que si uno está correcto, bajos sus propios criterios, por supuesto, de cuál es el destino político de su país, entonces tiene derecho a aplicar violencia, indiscriminada en muchos casos, para poder alcanzar esos objetivos políticos, y que la ley y el estado de derecho no tienen un rol en controlar las actividades de las personas en la política. Entonces, esta, lamentablemente esta convicción que ha existido y lamento muchísimo que continúe existiendo en la mente de muchos líderes en nuestra región, es probablemente este patrón sobre el cual yo quisiera explorar un poco más.

AF: Cómo no, cómo no.

NB: La segunda característica que podemos encontrar en este patrón generalizado es que la violencia tiende a afectar siempre, no en todos los casos pero en la mayoría de los casos, a las personas más pobres. Esto ha sido clarísimo en Centroamérica y en caso peruano, en menor medida Chile y Argentina, pero también la mayoría de los casos afectan a personas con menos posibilidades económicas y con un menor estatus en la sociedad, nuevamente mucho más claro en los casos centroamericanos.

AF: O sea, eso es un patrón que vos lo ves muy firme a través de los años, ¿no? O sea, no hay casi excepciones.

NB: Así es, y claro, podríamos incluso ampliar nuestro análisis, no es mi deseo irnos por las ramas, pero para mencionar que todo esto también puede estar enmarcado en un análisis de la administración de justicia, debilidades de la administración de justicia, durante aquellos momentos y que continúan en ciertos países de la región, y la situación del sistema de justicia penal, que está en crisis en toda la región, bueno, yo diría probablemente a nivel mundial. El sistema de justicia más injusto que existe es el de justicia penal. Entonces, también estos son otros dos factores, pero probablemente dados los límites de tiempo que tengamos el día de hoy podamos solamente dedicarnos a explorar dos de estos, no los cuatro que mencioné.

AF: Correcto, correcto. Ahora, Nina, yo, cuando decías esto… ¿Esto tendrá que ver con la necesidad o la idea de que las cosas se pueden solucionar rápidamente, tanto de un lado como del otro, y entonces se usa la violencia, se va por encima de la ley, porque las soluciones son rápidas, fáciles, en la mente de los ejecutores, en vez de esperar un proceso razonable de tiempo, o me equivoco?

NB: Esa es una estupenda pregunta, Alejandro. Yo considero que en muchos casos lo que hemos tenido, en efecto, ha sido la idea de que esto hay que sacarlo de raíz, este problema, esta ideología, esta diferente perspectiva de la sociedad, hay que eliminarla de raíz, en la cual el valor de la vida no ha tenido ninguna presencia, no ha habido ningún respeto al valor de la vida y a los derechos fundamentales de las personas. Ahora, cuánto el actuar rápido ha significado, como patrón general, se me hace un poco difícil decirlo. Porque, por ejemplo, en el caso de mi patria, Perú, nosotros estamos hablando de un proceso de violencia y de violentización de la sociedad peruana de veinte años, en el que realmente la mayor crueldad ocurrió a lo largo de quince años. Entonces se me hace difícil establecer un patrón allí…

AF: No, yo lo planteaba también en el sentido de que “yo tengo la solución, entonces yo soy el que…”

NB: Esa convicción de que estás correcto políticamente…

AF: Claro, entonces tengo que imponerla y no esperar el diálogo y el consenso, sino que tengo la solución mágica para todos los problemas. El caudillo, no, todo eso.

NB: En efecto, sí. Coincido plenamente contigo. Esto, especialmente, por supuesto, se hace presente con [ ] políticos militares. Curiosamente, claro, en el caso de Chile y Argentina, como en el caso de El Salvador, bueno, no, El Salvador era un gobierno, varios de los períodos de violencia en El Salvador fueron, curiosamente, gobiernos “elegidos”, pero Chile y Argentina, y Uruguay, por cierto, la violencia en Brasil y Bolivia, todos esos períodos de más alta violencia han sido bajo regímenes militares que, por naturaleza, tienen una lógica vertical, donde el persuadir a la sociedad no tiene ningún espacio.

Son regímenes autocráticos, en el que los que tienen el poder a como dé lugar van a imponer sus ideas. Lo más terrible, a su vez interesante pero realmente terrible, es que los períodos de mayor violencia, de mayor intensidad de violencia, tanto en el Perú como en El Salvador, fueron gobiernos que otras personas, al menos por un tiempo, llamarían democráticos. Lo cual nos trae también a una reflexión, de mucho temor, de qué es lo que significa la democracia. No podemos reducir la democracia simplemente a tener elecciones. El respeto de los derechos fundamentales de los ciudadanos, en general de todas las personas, incluso de los no ciudadanos, es la columna vertebral de un sistema que se llama democrático.

AF: Ahora, Nina, ¿cómo se pacifica o qué ejemplos podés dar?

NB: Por dónde empezar…

AF: A ver, dale. Algunas ideas, algunos ejemplos concretos que se han dado, digamos, en tu país. ¿Qué falta hacer para cerrar esta brecha y avanzar hacia delante después de toda la violencia que han sufrido nuestros países?

NB: Bueno, yo creo que todo lo que queremos hacer debe responder a un objetivo, especialmente yo hablo como una persona que ama al Señor y que ama los valores del reino de Jesucristo, y que uno de esos valores es la reconciliación. Creo que son múltiples aspectos que tenemos que explorar, pero me gustaría por lo menos comenzar diciendo que el objetivo, el norte, que tendríamos en cada una de nuestras naciones es el de fomentar la reconciliación. Para ello, un paso fundamental que varias de nuestras naciones han seguido ha sido establecer comisiones de la verdad con miembros de plena responsabilidad, de reconocida reputación en sus países como personas que están comprometidas con el futuro de sus naciones. El único caso excepcional fue el de El Salvador, en que el grado de violencia tan grande hace imposible prácticamente que personas nacionales fueran miembros de la comisión de la verdad, entonces tuvieron que recurrir a personas notables del extranjero. Pero en todos los otros casos hemos tenido, bueno, en el caso de Guatemala fue una comisión mixta que incluyó a los guatemaltecos, en todos los demás sí, los representantes de las sociedades de sus propios países. El trabajo de esclarecer la verdad responde a un valor del reino de los cielos, que mencionó nuestro Señor Jesús: “La verdad os hará libres”. Poder encontrar un camino a la reconciliación no pasa por ocultar y sepultar la verdad. Tiene que pasar por el esclarecimiento de los hechos, el esclarecimiento de las causas, los mecanismos, de los procesos que llevaron a tal crueldad. Entonces, en este caso, en nuestra región hemos tenido comisiones de la verdad a nivel nacional en Argentina, dos en Chile, una relacionada, bueno en Argentina por supuesto ustedes lo saben mejor que yo, ha sido relacionada con el tema de la desaparición de personas. En el caso de Chile, hay dos comisiones de la verdad, una sobre la desaparición forzada de personas, la otra sobre los casos de tortura. En El Salvador fue sobre la situación de violencia que incluyó desapariciones forzadas y masacres. En el caso de Guatemala, igualmente, trató sobre los desaparecidos, pero también trató de identificar los procesos de corrupción en el sistema militar e investigaciones de masacres. La comisión de la verdad en Panamá, muy interesante, bastante más pequeña pero también muchos de esos [ ] una comisión de la verdad para un tema común en la región, que es el crimen de desapariciones, también durante el régimen militar. En mi patria, la comisión de la verdad también se centró en este crimen, igualmente las masacres, igualmente las acciones, lo cual es muy de destacar las acciones de los grupos rebeldes, en este caso del grupo terrorista Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Tupac Amarú. Y similarmente en Uruguay la comisión de la verdad se centró en los casos de desaparecidos y acciones de asesinatos por órdenes del estado.

AF: Ahora, Nina, lo que yo me parece también, viendo los puntos de vista del cristiano, es que a mí, por lo menos, lo que veo que faltan dos componentes creo que vos mencionaste para la reconciliación. El tema del arrepentimiento y el perdón, no, para la reconciliación. Porque yo no veo, o sea, una cosa es esclarecer la verdad, mostrar todo, pero no he visto, por lo menos en mi país, en Argentina, que ninguno de los que causaron este baño de sangre, este desastre, simplemente digan: “Pido perdón por lo que he generado”, y que la otra parte, bueno, tenga la libertad o no de darle, de perdonarlo. Pero el primer paso tiene que ser un pedido de… un arrepentimiento, ¿o me equivoco mucho?

NB: Creo que me siento un poco tímida respecto de establecer cuál debe ser el primer paso o el segundo…

AF: Bueno, pero ¿cuáles son los pasos necesarios?

NB: Exacto. Coincido completamente en que necesitamos, tanto en el tema de violencia política como en general, en toda violencia, en todo acto criminal en nuestros países, comenzar a ver la justicia como justicia restaurativa, cual es el significado bíblico de la palabra “justicia”. La justicia de Dios es para fomentar un reencuentro, es para darnos cuenta que hemos errado y que hay espacio para aquel que se arrepiente pueda volver a la comunión. Si aplicamos este bellísimo principio eterno en la justicia, como justicia restauradora, como justicia restaurativa, nosotros debemos promover que las personas que estuvieron como sociedades, porque como sociedades también compartimos responsabilidades, pero especialmente los perpetradores poder llegar a ese momento. Yo me sentiría un poco limitada en decir ese tiene que ser el primer paso, en el sentido de que no debiéramos limitar los otros, las otras etapas, las otras fases que son requeridas a un cambio de actitud de los perpetradores, ya que esa es una actitud bastante personal y no hay cómo el estado ni las iglesias puedan controlar eso. Pero aquí sí veo un espacio muy grande, muy notorio para el rol de los cristianos y todas las iglesias. El abrir nuestros brazos, el abrir nuestras comunidades cristianas, tanto las personas víctimas y a sus familiares como a los perpetradores y sus familiares. ¿Por qué? Porque es la enseñanza de la Palabra la que lleva al arrepentimiento. Es muy difícil pensar que mecanismos gubernamentales o del sistema judicial, como existe en este momento –si fuera otro sistema judicial restaurativo, bueno, estaríamos hablando de otra cosa– pero, como está la situación de administración de justicia no es un sistema diseñado a hacer que la persona que ha infringido la ley, que la persona que ha causado el daño, reconozca su culpa. Es un sistema meramente punitivo. Entonces, el espacio de la meditación en la Palabra, viene a mi mente en este momento la historia de Zaqueo [Lucas 19:1-10], una de las historias más claras, no la única por cierto, de la justicia restaurativa. La presencia de la Palabra viva, encarnada, en Jesucristo, le lleva a él a reconocer su pecado, a reconocer cuántas veces ha abusado, y a hacer reparaciones. Entonces, creo que este rol es esencial, que las iglesias debamos abrir, primero nosotras mismas, perdonándonos, perdonándonos los miembros por nuestras negligencias, porque por supuesto al final del día han sido las sociedades en su conjunto quienes han fallado, quienes les han fallado a estas víctimas, pero también reconociendo que hay responsabilidad individual, que hay responsabilidad personal, y que estamos aquí, como pecadores también, para apoyar a estas personas en un proceso de confesión, en un proceso de entender que confesando el pecado, que confesando la maldad, se inicia el proceso de sanidad. Pero creo que nos equivocaríamos de pensar que eso puede ser decretado.

AF: No, por supuesto. ¿Qué podemos aprender de la experiencia sudafricana, que fue tan impactante, por lo menos para la sociedad de ellos –habrá cosas que no se pueden transferir– pero qué podemos aprender de la comisión de verdad también que implementaron con Desmond Tutu, Nelson Mandela, que podamos aplicar a nuestras sociedades acá?

NB: Bueno, el caso de Sudáfrica ha sido como el modelo para muchas de nuestras comisiones de la verdad. Ellos, una de las decisiones más controversiales, he tenido el privilegio de conversar con algunos de los miembros de esa comisión, quizás una de las decisiones más difíciles que ellos tuvieron que hacer fue la decisión de intercambiar amnistía por verdad. El sistema que ellos tenían en su país estaba diseñado específicamente para proteger a las personas blancas en el poder y simplemente, para resumir, y simplemente arrancarles la dignidad a las personas negras. Entonces, era imposible para ellos encontrar la verdad, a menos que las personas que habían estado en el poder, y las personas de las fuerzas armadas, colaboraran. Dada la situación de injusticia estructural tan profunda que existía, ellos se vieron forzados, y repito, me consta que fue una decisión muy controversial para ellos, en ofrecer amnistía a las personas que tuvieran la valentía, digámoslo así, de dar ese paso de contar con detalles qué es lo que había sucedido, puesto que ellos no tenían acceso a los registros oficiales. Esto, nuevamente una situación controversial, generó el éxito de la comisión de la verdad en esos términos: el poder ofrecer a la sociedad sudafricana, y al mundo, un testimonio fidedigno de lo que había sucedido por décadas en ese país.

AF: O sea fue, para esa sociedad, fue la única forma, y de hecho aparentemente fue exitosa, para salir del pantano…

NB: A ese nivel, a ese nivel de encontrar la verdad. Y, como repito, creo que ese es uno de los primeros pasos: esclarecer. La sociedad tiene que saber qué ha pasado. Y que la verdad no se reduzca a lo que me ha contado una persona que yo conozco del pueblo, sino entender lo que pasó sistemáticamente en la nación.

AF: Todos esos encuentros de los de los dos lados, los que habían torturado y los que habían sufrido la tortura, eran todos públicos, eran grabados, me parece, era de acceso público.

NB: Así es. Eran audiencias públicas. No todas, pero había muchas, y hubo un espacio, un espacio para la emoción, que es algo que yo quisiera destacar. Obviamente, el verdadero arrepentimiento es el arrepentimiento que trae consigo una restauración de la persona y que trae consigo reparaciones, como es el ejemplo de Zaqueo en la Biblia, y no es el único ejemplo. Pero también, si bien obviamente en Sudáfrica el tema de la reparación todavía es un tema pendiente, como en casi todos nuestros países, el espacio para la emoción, el espacio de encontrarse con la víctima, de poder conversar y confesar, y expresar el estar arrepentido de lo que uno ha hecho, creo yo tiene también un espacio de sanidad, tanto para el infractor como para la víctima o para sus familiares. No es suficiente, pero es un tema que en estos últimos años yo he estado explorando dentro de estos nuevos caminos de justicia restaurativa, y precisamente el Árbol Sicómoro, permítanme usar este ejemplo, el árbol sicómoro en la historia de Zaqueo, es un programa que llevó adelante la Confraternidad Carcelaria en distintos países del mundo, que precisamente fomenta este momento. Fomenta que personas que han causado daños a sus víctimas puedan conversar, quizás no necesariamente con su propia víctima, pero con otras víctimas de similares crímenes e intercambiar sus historias. Y esto genera un puente de diálogo, un reconocimiento del otro como ser humano, que es algo que yo creo que en el tema de pacificación, el tema de enfrentar la violencia política en nuestros países, tiene que darse para poder generar estos procesos de pedir perdón y, para las víctimas, poder perdonar.

AF: ¿Lo has visto puesto en práctica esto, o sea no solamente en el caso sudafricano? Contanos alguna experiencia. ¿Cómo funciona esto?

NB: Con todo gusto. Permítanme traer el ejemplo de Ruanda y después, si el tiempo nos permite, comentar algunos ejemplos de América Latina. Todos conocemos las atrocidades sucedidas en Ruanda durante la década de los 90, específicamente en diciembre de 1994. Como resultado de eso, en las cárceles, que ya de por sí estaban en una situación de decaimiento total, imagínense el efecto de traer miles de personas que participaron en el genocidio a estar en prisión. Realmente la situación es una situación sumamente crítica. Sin embargo, si no me equivoco ha sido la iglesia anglicana de Ruanda quien ha llevado adelante lo que se llama, traducido al contexto ruandés, experiencias del árbol de umuvumu. Umuvumu es un árbol que se parece mucho al árbol sicómoro y que encarna esta historia del encuentro de Jesús con este cobrador de impuestos abusivo y violento que era Zaqueo. Lo que nuestros hermanos en Ruanda están haciendo es traer a personas perpetradoras de crímenes de genocidio a conversar con víctimas o familiares sobrevivientes de víctimas del genocidio y contarles a ellos, las víctimas les cuentan a ellos, lo que ha significado perder a esta persona amada. Cuando esto sucede, muchos, no todos obviamente, pero muchas de las personas que cometieron el genocidio, los reos que están ahí, tienen una oportunidad para conversar con las víctimas, con los sobrevivientes. Tienen una oportunidad de bueno, obviamente, hay un quebrantamiento emocional, hay llanto presente, y un espacio, como decía yo, para la expresión de las emociones.

AF: Pero un llanto reparador…

NB: Es un acto reparador, es una parte esencial, creo yo, no completa obviamente, no es suficiente, pero aquí viene el elemento innovador, que fíjate que tiene presencia en muchos sistemas de justicia indígena en América Latina y en otros lugares.

AF: A ver…

NB: Y este elemento innovador es que la persona que ha sido el perpetrador, que por supuesto no siempre es posible identificar quién mató a quién exactamente, porque el genocidio en Ruanda fue totalmente indiscriminado, en el sentido que no era que yo tenía una deuda contigo, o que yo te había afectado y por eso viniste, ahí fue generalizado. Pero lo que ellos ofrecen es el poder trabajar para ayudar a sostener a la familia de la persona asesinada. Y esto es algo muy interesante. En el sistema de justicia en el mundo, en este momento, muy pocos sistemas, hay una oportunidad para que el infractor haga reparaciones a la víctima. La víctima queda tan desprotegida, con o sin juicio, con o sin condena del infractor. En cambio, esta nueva aproximación a la justicia, desde la perspectiva restaurativa, lo que nos da es, sí, efectivamente va a haber una sanción, en la medida que hay, por supuesto proporcionalmente a la seriedad del caso, pero también hay un espacio para reparar a la víctima. Y esto, por supuesto, impacta la posibilidad de reducción de la pena para el infractor. Entonces, no tenemos ya más huérfanos que han quedado completamente en desamparo, como [ ] en Ruanda en estos momentos, sino tenemos huérfanos cuyas necesidades, en cierto grado, tampoco va a ser de manera completa lamentablemente, pero en cierto grado, van a ser cubiertas por la persona que sale en libertad, con una pena reducida, a cambio de ese compromiso de poder ayudar a construir una casa para esta familia que perdió a su padre y a su madre. Entonces, son espacios que creo yo que la justicia en América Latina tiene que explorar. No podemos continuar de ojos cerrados ante las tremendas falencias de la administración de justicia. Tenemos que encontrar espacios de diálogo, pero también que ese diálogo y esa expresión de emoción dé lugar a medidas concretas que respondan a las necesidades de las víctimas.

AF: O sea, lo que vos estás diciendo es que en la justicia tiene que implementarse el castigo, la pena y todo, pero no alcanza para solucionar temas que son más allá de un crimen común. Tiene que haber otro tipo de justicia, sin obviar la anterior, por supuesto, pero que sea sanadora, no sé cómo llamarla, porque si no queda solamente alguien castigado, pero la herida sigue abierta.

NB: En efecto. Y en nivel de nuestras sociedades, creo que todavía estamos enfrentando una profunda rajadura en la textura social de nuestras comunidades, porque el odio sigue creciendo. A veces el conocer la verdad ayuda a las personas, especialmente si son personas que conocen la Palabra de Dios, son personas que valoran los principios espirituales del Evangelio, el conocer la verdad puede ayudar a sellar, a cicatrizar heridas muy profundas. Pero cuando falta ese testimonio y solamente hay el conocimiento del grado de crueldad que las palabras casi no pueden describir de lo que ha sucedido en nuestros países, y no hay mayor espacio para poder conocer al infractor, poder reconocer que toda esa maldad finalmente ha estado en manos de un ser humano, y que es un ser humano que también necesita ser restaurado… A veces esos encuentros pueden generar espacios para el perdón y para poder uno continuar con su vida.

AF: ¿Es válido…? Sí, sí, adelante, adelante…

NB: Solamente una última oración aquí, decir que, con todo lo que dicho, por supuesto no quisiera en ningún sentido disminuir la responsabilidad del estado. También hay un espacio de reparaciones por parte del estado. Eso se está llevando a cabo en ciertos países, no en todos. Necesitamos tenerlo, pero yo quería más bien resaltar ese espacio más personal de la reconciliación, pero no para disminuir las responsabilidades del estado.

AF: Claro, ¿es válido por ahí pensar siempre, tanto de las víctimas como los que no hemos participado, que el hombre o la mujer que perpetró esas atrocidades pudo haber sido yo, digamos? O sea, en esa situación no soy mejor que esa persona, y que si yo hubiera estado en esa situación tendría que haber pedido perdón y hacer la restauración. O sea, identificarme con el monstruo aquél, que yo también puedo ser esa persona. No estoy tan lejos…

NB: Esa raíz de maldad está presente en todos nosotros, y de allí la necesidad de que nuestras iglesias, nuestras comunidades cristianas, en general las comunidades espirituales, tengamos quizás una actitud, permítanme usar la expresión, más “agresiva”…

AF: Sí, te entiendo…

NB: Solamente por falta de una palabra mejor, en el sentido de no solamente dedicarnos al trabajo dentro de las puertas de nuestros templos. Por supuesto que hay un espacio para la contemplación, hay un espacio para la meditación, para el cantar unidos, etc., pero no nos olvidemos de que nosotros hemos sido puestos en el mundo como la sal, y si la sal no sala, dice el Señor, ¿para qué sirve? Estas situaciones de violencia, la necesidad de recrear el sistema de administración de justicia, el velar por las víctimas, etc., son funciones claramente que también involucran a las comunidades cristianas, en general todas las comunidades espirituales. Entonces, no seamos tímidos, no nos aislemos. Al contrario, enfrentemos y, como tú bien decías, identifiquémonos con ambos lados. Con las víctimas y con los perpetradores, reconociendo que el mensaje que tenemos es un mensaje poderoso para transformar no solamente el corazón de los individuos sino también para transformar relaciones en la comunidad.

AF: En realidad, me sacaste la última pregunta de la boca, porque era la que yo te quería hacer. El programa éste se llama “De espectadores a actores”, y promueve la participación política, pero especialmente de los creyentes de distintas religiones, ¿no? Y ¿cómo ves la situación en América Latina de la mayor participación de, en este caso cristianos evangélicos, católicos, en la política real, no? No solamente tratar de ser un grupo de poder, poner una persona nuestra para que nos haga bien, para sacar beneficios, sino este concepto de participar como uno más, con las leyes de la política, con los problemas, con todo eso, ¿está creciendo o está estancado, esperando poner a uno de los nuestros en el poder simplemente?

NB: Lamentablemente, en la mayoría de los países yo lo describiría más como un proceso estancado, en el sentido de que hay un reconocimiento de que estamos muy flacos en nuestra participación política, pero lamentablemente la conexión que se hace con esto es “Ah, entonces tenemos que formar un partido”…

AF: Claro, nuestro…

NB: Especialmente en los países donde los porcentajes de personas, especialmente hablando de mi contexto, que es de las personas evangélicas, donde está creciendo la conexión allí es casi instantánea: “Ah, tenemos 10-15%, podemos pretender poner personas en el Congreso, quizás aspirar a la presidencia, etc.”.

AF: Cuando eso no ha funcionado, ¿no? Cuando hemos podido, supuestamente, hacerlo, ha sido bastante desastroso.

NB: En efecto. Fíjate que uno de los peores momentos en la violencia peruana ha sido bajo el gobierno del dictador Alberto Fujimori. Alberto Fujimori llega al gobierno con el apoyo de grupos evangélicos. Entonces, lo mismo en Guatemala. Recordaremos al presidente Serrano, presidente evangélico…

AF: O Ríos Montt, en Guatemala…

NB: Exacto, un golpe de estado contra su propio gobierno. Bueno, entonces yo creo que esa actitud es una actitud muy miope…

AF: O egoísta, tal vez…

NB: Así es, muy enfocada en nosotros mismos y nuestros intereses como grupo. Creo que los cristianos todavía tenemos delante el desafío de ser actores, de ser ciudadanos activos y preactivos en la construcción de sociedades más justas, desde distintos espacios de la vida pública. No debe ser solamente la opción partidaria electoral. Me viene a la mente este texto, y lo digo con mucho temor, yo me dedico a la enseñanza, y este es un texto que cuando lo leo me hace temblar, porque habla de los maestros…

AF: A ver…

NB: Me refiero a Mateo 23, y en Mateo 23 Jesús acusa a los escribas y fariseos. Especialmente los acusa de su gran hipocresía a los maestros de la ley. El versículo 23 de este capítulo 23 de Mateo dice: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello”. Yo creo que en vez de estar concentrados, y no quiero de ninguna manera desmerecer intentos honestos de líderes cristianos, de personas que saben de política, que están intentando llegar a una posición de liderazgo político. Hace pocas semanas un colega nuestro en Uruguay fue elegido al Congreso, y es algo que yo aplaudo. Se trata de una persona muy decente y muy inteligente. Entonces no es para desanimar, pero sí para recordarnos a todos que nuestro llamado es a velar por la justicia, la misericordia y la fe. Y velar por la justicia, la misericordia y la fe se hace de múltiples maneras, no solamente mediante la carrera política para llegar a puestos elegidos. Pero si llegamos, para aquellos que lleguen a esos puestos de tanta responsabilidad, espero que nunca se olviden de ese texto. Que lo más importante de la ley es la justicia, la misericordia y la fe.

AF: Nina Balmaceda, muchísimas gracias. Tenemos que cerrar este bloque y creo que, el programa va a estar grabado, vamos a subirlo a nuestro blog para poder seguir analizando. Hay muchísimo para analizar, y esperamos contar con vos pronto, tal vez acá en Argentina, dando una conferencia. Vamos a avisarlo, porque me gustaría hacerte un montón de más preguntas y seguramente los oyentes también, pero nos has dejado mucho para reflexionar en esta mañana de diciembre, y te deseo una linda Navidad, un feliz Año Nuevo con los tuyos, y el mejor año por delante. Muchísimas gracias por este tiempo.

NB: Igualmente para ustedes, Alejandro, para ti y tu familia, para todos nuestros oyentes. Argentina es un país que llevo en el corazón, y deseo lo mejor para tu patria y para toda América Latina. Hasta pronto.

AF: Un beso grande, Nina.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Entrevista a Mons. Jorge Casaretto



Programa: "De espectadores a actores", Radio FM Fénix 100.3, Martínez.

Fecha: sábado 12 de diciembre de 2009.

Tema: “Fin del año"

Conductores: Alejandro Field (AF) y Adriana Blasi (AB), de la Mesa Interreligiosa del Conurbano Norte de la Coalición Cívica

Entrevista grabada el viernes 4 de diciembre a Mons. Jorge Casaretto (21 minutos)


El archivo se puede escuchar en línea cliqueando aquí y se puede bajar cliqueando aquí

Transcripción de la grabación

AF: Como decía recién, quería cerrar este ciclo con la palabra del Obispo de San Isidro, Monseñor Casaretto. El programa nuestro se llama “De espectadores a actores”. La idea que tenemos nosotros es promover la participación, tanto de los ciudadanos pero especialmente de los creyentes. Pensamos que hay un déficit acá de participación en la política, que es necesario, ¿no? Hemos centrado todas nuestras entrevistas en temas, pero más que nada en personas. El centro, creo, como cristianos, es la persona. ¿Qué ha hecho esa persona o quién es esa persona? Yo acá, buscando un poco en su historial, veo acá que tiene 45 años de sacerdote, 32 años de obispo, va a cumplir 25 años el año que viene en el Obispado de San Isidro, 73 años va a cumplir a fin de año, y yo lo que veo es que usted está tal vez en la parte -¿me equivoco?- más activa de su vida, en un montón de actividades, responsabilidades, opiniones, comités y todo lo demás. ¿Qué es lo que lo motiva en esta etapa de su vida a hacer tantas cosas, meterse en tantos problemas muchas veces, y atender tantos temas distintos?

JC: A ver, yo lo que creo que a veces la vida de uno siempre ha sido la misma. Lo que ocurre es que a veces, y pasado el tiempo, tiene un poco más de repercusión mediática, pero el trabajo de un sacerdote, de un obispo, es un trabajo full-time. Yo no puedo hablar de mí, pero hablando de los sacerdotes de la diócesis, están todo el día trabajando, sobre todo en este momento, la fe, cómo expresarla de modo tal que tenga consecuencias de carácter social, ¿no es cierto?, de carácter, de promoción de la dignidad de la persona humana. Ese es el desafío tan grande que tiene la iglesia, como tienen todos los creyentes hoy. Que esa fe en Dios se traduzca en mayor dignidad. Y eso nos consume todo nuestro tiempo. Ahora, al estar en Cáritas un tiempo, en el momento de la crisis más fuerte de la Argentina, y después en Pastoral Social, por ahí se sabe más lo que uno hace, pero en general los sacerdotes están, desde que se levantan hasta que se acuestan, estamos trabajando, ¿no? Gracias a Dios, encontramos tiempo para la oración. Sin eso, sería absolutamente imposible llevar nuestra vida adelante. También para leer, porque uno tiene que estar actualizado. Pero la mayor parte de nuestro tiempo es tiempo de la gente, ¿no? Tiempo de Dios y tiempo de la gente.

AF: O sea, hay gente que tiene más exposición que otras, pero la iglesia está formada por todos por igual.

JC: Exactamente. Además, esto es una de las cosas, yo siempre digo, la Iglesia Católica en la Argentina tiene una capilaridad muy fuerte. Estamos en todas partes del país. Si ustedes van a la Quebrada de Humahuaca, se encuentra con una iglesia. Si van a la Patagonia, se encuentran con una iglesia. Van a una villa de emergencia, se encuentran con una iglesia.

AF: Laicos y sacerdotes.

JC: Exactamente, la iglesia es eso. El sacerdote, el laico, religiosos, religiosas, comunidades cristianas. Casi todas las comunidades hoy en día han tomado esta conciencia de traducir la fe de modo tal que crezca la dignidad de la gente.

AF: Perfecto. Una buena noticia. El miércoles el Senado aprobó, ya es ley, el Programa Nacional de Educación y Prevención sobre el Consumo de Drogas, un producto del programa “De habitantes a ciudadanos”, si no me equivoco.

JC: Sí, voy a explicar un poquito, porque a veces la gente no termina de entender…

AF: Una satisfacción, ¿no?

JC: Sí, una alegría muy grande. Estuvimos atrás de este proyecto hace mucho tiempo. Hay un comité de Justicia y Paz del Episcopado, presidido por un laico. El presidente es un laico, Eduardo Serantes. Yo soy asesor. El Episcopado ha previsto que el presidente de la Pastoral Social asesore a esta comisión. Y esta comisión hace tres años decidió constituir un foro con las organizaciones más representativas de la Argentina. Están los credos, están las organizaciones de la sociedad civil, empresariales, los sindicatos. Están los banqueros, están las universidades, es decir un foro muy representativo. Y entonces, uno de los objetivos… “Busquemos”, dijimos, “un tema que nos una a todos, que no nos divida”. ¿Cuál es el tema? Bueno, la prevención de las adicciones. Nadie que tenga un poco de sentido común puede estar a favor de las adicciones. Entonces este es un tema que nos aglutinó. Estuvimos trabajando más de un año en la redacción de un proyecto de ley. Cuando lo terminamos, convocamos a la comisión que está en Diputados, que preside la Dra. Gianettasio, vinieron los diputados, estuvieron encantados con el proyecto, nos invitaron a presentarlo a Diputados, en la misma cámara, fuimos, y nos recibieron en uno de los salones. Ese día hubo muchísimos diputados. Aceptaron este proyecto y Diputados lo aprobó. [5] Faltaba la aprobación del Senado, y gracias a Dios se aprobó este miércoles pasado, así que antes que termine el período de sesiones.

AF: ¡Qué bueno!

JC: Este proyecto implica que todos los organismos educativos, por ley, van a tener, deben tener el tema de la prevención de las adicciones como un tema fundamental. O sea que en todos los colegios del país se va a trabajar en la prevención de las adicciones. Es un campo, también, como decíamos antes, de mucha capilaridad, porque quiere decir que todos los ciudadanos van a pasar por algún momento que van a ser prevenidos todos los niños.

AF: Cuando habla de adicciones, ¿cuáles son los principales?

JC: Los principales son, bueno, la droga y el alcohol también, hoy en los jóvenes es un tema muy importante. Pero esas son las principales que estamos queriendo trabajar.

AF: Cuando usted me habla de esta conjunción de funciones religiosas, iglesias, inclusive el gobierno, me hace acordar el tema de la pobreza, también. Toda una lucha muy constante de la iglesia católica especialmente, que finalmente se ha empezado a lograr algo. Se ha instalado el tema en la sociedad. Ha dejado, me parece, de ser tan político, y ya es un tema, me parece, de todos: del gobierno, de la iglesia, de la oposición inclusive. Tal vez para mejorar este ingreso ciudadano, ¿no?, pero me da la impresión esa, que se puede trabajar en conjunto –iglesia, gobierno, oposición…

JC: La idea es, a ver, hoy hay un problema muy serio. ¿Cuál es el programa serio? Que la sociedad civil no se siente totalmente representada por los representantes políticos.

AF: Correcto

JC: ¿Y por qué? Esto nos lo explicaba la otra vez un politólogo italiano, Stefano Zamagni, que decía: “Hoy la sociedad es la sociedad del conocimiento”. Y el conocimiento en la sociedad civil. Los políticos ahora no tienen todo el conocimiento, porque el conocimiento es tan amplio, yo diría, podemos decir, en el siglo XIX, un político prácticamente era un representante hasta intelectual de la sociedad. Hoy en día no es así. Está bien que no sea así.

AF: Como los científicos…

JC: Claro, exactamente. ¿Cómo hacemos para unir, generar esos vínculos, entre la sociedad civil y nuestros representantes. Este es uno de los grandes temas. Bueno, por eso las sociedades tienen que organizarse mejor. Este foro, por ejemplo, es uno de los modos. Después hay muchas sociedades intermedias. Incluso yo… y acá yo creo que está trabajando bien la Coalición Cívica en este sentido, es decir, constituir un foro o un equipo de gente convocada también por su credo religioso, bueno, tiene mucho que aportar. Que un grupo político diga: “Bueno, los credos tienen algo que decirnos en algunos temas. Vamos a oír”. Esto me parece que son buenos ejemplos, de seguir creciendo en este tipo de contactos y comunicaciones entre las organizaciones de la sociedad civil y la sociedad política.

AF: Ahora, el tema de la pobreza, ¿coincide en que ha dejado de ser tan político y ya está asumido por toda la sociedad?

JC: Está siendo asumido…

AF: Está siendo…

JC: Ahora, los políticos son fundamentales, porque los que toman las decisiones son ellos. Entonces, yo creo que incluso este programa para la niñez tiene que ser tratado en las cámaras, porque puede ser perfeccionado. Nosotros lo apuramos, y esto fue un trabajo muy fuerte de Justicia y Paz, ya no del foro, de Justicia y Paz, lo apuramos este tratamiento porque pensamos que era un paso que había que dar necesariamente, pero que hay que completar con muchos otros pasos, ¿no? Le voy a poner un ejemplo que nos daba el otro día el Dr. Arroyo, ¿no? Decía: “Por ejemplo, si un chico deja hoy el colegio y crece, a los 14, 15 años, a ése chico se lo convence que vuelva a la escolaridad. Vuelve, a juntarse con chicos de 11 años. Nunca se va a integrar. Entonces, hoy…

AF: Deja de vuelta…

JC: Deja de vuelta. Entonces, la complejidad de la pobreza implica no solamente ayudas económicas, sino, por ejemplo, la reestructuración de muchos ámbitos educativos, no es cierto, porque de la pobreza no se sale con plata solamente. Se sale solamente generando toda una cultura, unos hábitos, por ejemplo una cultura del trabajo, no es cierto, una elaboración de fortalezas frente a las adicciones. Son muchos los ámbitos que implican una lucha verdadera contra la pobreza.

AF: Y, además, creo que es un tema a largo plazo. El otro día teníamos un diálogo con Juan Carr, que hablaba del tema del hambre, y él hablaba en una forma realista, como experto, él hablaba de 10 años. Y uno dice, ¿no se puede erradicar de un día para el otro? Y no es así aparentemente. Estos son temas que hay que perseverar, y no bajar los brazos, y seguir luchando, ¿no es cierto?

JC: Exactamente, exactamente. Por eso, la idea nuestra, lo ideal sería poder llegar a determinar algunos consensos, 4 ó 5, que se perpetúen en políticas públicas y que venga el gobierno que venga eso se respeta, porque si no se encara así va a ser muy difícil…

AF: Cada uno va a tratar de hacer algo distinto o mejor que el anterior…

JC: Claro.

AF: Hay un tema, también, el tema de la familia, este famoso tema del supuesto “matrimonio homosexual”. A mí me da la impresión –no sé si usted coincide– que ha sido un tema que ha sido querido ser apurado, o sea no era un tema instalado en la sociedad. En un año muy político, en un año con un montón de temas, de repente a fin de año, noviembre, octubre, se instala un tema a las apuradas, después aparece una jueza que trata de ir por encima de la Constitución o decir que no… ¿Es así? ¿Merece un tratamiento mucho más largo, a nivel de sociedad, esto, o hay que cerrarlo y no hablarlo?

JC: No, no, yo creo que merece que se trate mucho más lentamente, y además que se permita [ ] bien las cosas. Generalmente, ¿qué es lo que ha pasado? Entonces, comprendo. La gente que tiene problemática de la homosexualidad plantea las cosas como si se sintieran segregados, discriminados. Y hay que marcar muy bien que no hay absolutamente ningún ánimo de discriminación. Acá hay un tema que es, es la época de los romanos que el matrimonio se consideró siempre la unión de un hombre con la mujer.

AF: Y en todas las sociedades.

JC: En todas las sociedades. Entonces, no se trata acá, además cambiar algo que es tan fundamental, incluso más allá de lo religioso, por eso digo de los romanos. El Derecho Romano era pagano, tenía sus dioses, pero no era la Iglesia Católica, ni [aparecía]. Hasta acá es un tema que nosotros consideramos que es de derecho natural. Entonces, una cosa es el derecho natural que está además consagrado en la Constitución, me parece que a través de una jueza esto es un tema que merece un tratamiento muy claro, y además que se vea claramente, ¿no?, que los que estamos defendiendo el matrimonio no estamos en contra de nadie sino simplemente estamos diciendo que creemos con toda sinceridad, y tenemos argumentos para demostrar, que el matrimonio es una institución básica entre un hombre y una mujer. Así que, bueno, creo sinceramente que se habrá dado apresuradamente y se habrá dado sin que se puedan exponer claramente las razones, ¿no?

AF: Inclusive este tema de confusión que usted menciona, de la discriminación que aparece en le proyecto de ley, ¿no?, yo creo que una cosa es no discriminar a una minoría y otra cosa es que una minoría muy, muy chica quiera imponerse a la mayoría. Creo que estamos dando vuelta un poco el concepto de mayoría y minoría. Me parece que va por ese lado, ¿no? Ahora, como autocrítica, tal vez, tanto la iglesia católica como la evangélica, que nosotros hemos adherido a sus declaraciones, ¿no?, ¿Será necesario un replanteo de cómo la sociedad ve a la iglesia católica, a la evangélica, en el sentido que siempre terminamos puestos como retrógrados, como reaccionarios, y los que tienen posiciones de este tipo son los progresistas, los que van para adelante, cuando yo no creo que sea así? Creo que no hay nada más revolucionario que defender las instituciones básicas de la sociedad, pero ¿hay una autocrítica en cuanto a cómo aparecemos o nos hacen aparecer?

JC: Hay temas, por ejemplo, que son indiscutidos, y cuando nosotros los tratamos caemos simpáticos con la sociedad, como el tema de la pobreza. En cambio, todo lo que es la defensa de la vida, la defensa del matrimonio, aparece como si fuera una actitud conservadora. Yo en esto tengo una posición delante de Dios, que me tachen de progresista o conservador sinceramente no me interesa…

AF: No le importa…

JC: No me importa. Además, si yo por defender lo que creo que es una verdad, y defendiéndola siempre con la caridad, ¿no?, es decir, con el amor, no queriendo imponer nada, si yo por defender algo que creo que es verdadero, haciéndolo con los métodos que tienen que ver con la caridad cristiana, soy tachado de una cosa u otra, y bueno, se lo ofrezco al Señor. A Jesús también le tocó pasar por momentos difíciles, incomprendido. No sé si va a ser comprendida nuestra posición en la sociedad, pero no tenemos más… no podemos sino defender aquellas cosas de convicciones muy profundas, porque además yo creo sinceramente que la sociedad se equivoca cuando entra en un relativismo donde da todo lo mismo.

AF: O sea uno está pensando no solamente en su grupo, en su fe, sino…

JC: En la sociedad toda, en la sociedad total. Si destruimos, a ver, si destruimos la familia como base de la sociedad, ¿quién va a reemplazar el papel del padre y de una madre? ¿Una asistente social? Es impensable pensar en esto. Bueno, y yo creo justamente que el gran trabajo que debemos generar, a veces incomprendidos cuando estamos en estas posiciones, es el fortalecimiento de la familia, y eso no va contra nadie, va en bien de la sociedad, porque nadie se puede preocupar por un hijo como una madre. Y nadie se puede preocupar por un hijo como un padre. Vamos a dar un ejemplo elemental, el tema de las adicciones. ¿Quién va a trabajar más para que un chico salga de la adicción? ¿Su padre o su madre, o una asistente social? Ahí está el tema.

AF: ¿Cómo ve usted esta preocupación, tanto de la iglesia católica como también de la evangélica, de promover la participación política de los creyentes? Ha habido muchas encíclicas, muchos escritos promoviendo esto, diciendo que los laicos tienen que ocupar un lugar. El programa “De habitantes a ciudadanos” es uno. ¿En qué estado está eso? ¿Usted ve un interés y una participación mayor de los laicos en un partido político, por ejemplo?

JC: A ver. Yo diría, primero, la política es una vocación, el hecho de estar en un partido político. No cualquiera puede estar en un partido político, porque si uno no tienen vocación en la política es difícil.

AF: Vocación como “llamado”.

JC: Claro, como un llamado y además trabajar en una vocación o una misión concreta requiere generar hábitos, no es cierto, [ ] hasta las 3 de la mañana cuando [ ], hay que acostarse todas las noches a esa hora…

AF: Hacerse mala sangre…

JC: Hay que tener una esposa comprensible o un esposo comprensible. Son muchas cosas. Entonces, no todo el mundo tiene por qué estar en un partido político. Sí, todos tienen la obligación de preocuparse por la sociedad. De alguna manera participar. Buscar canales de participación. Esto es lo que tenemos que promover. Y la vocación política es una vocación. Aquellos que la experimentan, que la van descubriendo, yo creo que las iglesias tenemos como la obligación de hablar más de esta dimensión de la caridad, que es una dimensión muy exquisita en la caridad, la participación en la política. Tenemos que hacerle mejor cartel a la política. Y los políticos, sobre todo, tienen la responsabilidad también, a través de sus buenos comportamientos y el testimonio, de animar a los jóvenes… Pero sí lo que las iglesias no pueden dejar de hacer es generar esta conciencia de que somos ciudadanos, y no solamente habitantes, de que tenemos una preocupación, debe manifestarse en nuestra vida, en nuestra participación, una preocupación por el bien común. Esto es fundamental.

AF: Usted fue instrumental, todo el mundo lo reconoce, para detener esta intención de querer avanzar con el juego en esta zona, tragamonedas, uno ya veía un espectáculo un poco dantesco que uno no quería ver, ¿no? ¿Cómo ve esto, digamos, hace falta más participación inclusive de los ciudadanos, apoyándolo a usted y otra gente que esta invasión del juego, como una adicción más, en realidad, o podemos descansar tranquilos que esto no va a pasar mientras esté usted?

JC: No. Mire, que hemos descansado tranquilos y cómo se ha multiplicado el juego en la Argentina, ¿no? Yo creo que en esto la gente no tiene una conciencia demasiado desarrollada, ¿no? Creo que no atisban lo que significa el juego como destructor de las familias, porque dicen: “Bueno, si tiene la adicción va a buscar el juego de cualquier manera”. Las adicciones se fomentan o se combaten, y entonces la sociedad tiene una obligación de combatirlas. Aquellas personas que tienen la enfermedad de la ludopatía, bueno, tendrán que ser tratadas, pero no se le puede facilitar a esa persona que tenga el juego ahí nomás, a su alcance. Nosotros comprendemos que hay males que son difíciles de erradicar, pero en la Argentina, si las salas de juego estuvieran nada más en los grandes centros de vacaciones, bueno. Ahora, tenerla a la vuelta de casa, eso es terrible.

AF: En la esquina, al lado de la escuela…

JC: Tal cual, eso es…

AF: La última pregunta, o invitación. Estamos en tiempo de Adviento, que se asocia con esperanza. ¿Cuál es su mensaje para la gente que está escuchando, para nosotros, en este tiempo del país, del año, donde a veces uno baja la guardia y está cansado? ¿Cuál es el mensaje de aliento de Navidad para todos, no solamente para los creyentes?

JC: Primero, recordar que el Adviento es la preparación para Navidad. Ahí vamos a rememorar el nacimiento de Jesús. Pero ese Jesús que vino dice que va a volver. Entonces, nosotros creemos realmente que cada uno de nosotros hemos sido creados por Dios de modo tal que no hay otra… no hay nadie, que pueda cumplir lo que yo cumplo. Nadie me puede reemplazar. Yo soy tan singular, y esto es un signo de cómo Dios nos quiere, que nos ha hecho a cada uno distintos. Y cada uno de nosotros tenemos un destino eterno. Y ese Jesús que va a venir, va a venir justamente para anunciar que esa eternidad se hará una realidad posible, que esa resurrección de Él va a ser nuestra propia resurrección. Por eso es un tiempo, por un lado, de alguna manera, recordando este Jesús que vino, que dio su vida por nosotros, tratar de tener una actitud de conversión en nuestra vida, arrepintiéndonos de todos los males. Siempre, por nuestra condición humana, alguna dimensión de pecado aparece en nuestra vida. Entonces, el arrepentimiento y la esperanza. Decir, bueno, puedo confiar que la misericordia de Dios también me toca a mí, ¿no? Yo estoy convocado por Dios desde su misericordia y de su amor, de su perdón, y toda siembra que yo realice acá de bien es una siembra que va a fructificar en la resurrección de los muertos. Esto es una convicción muy profunda. Por eso este tiempo es un tiempo de mucha esperanza, y es un tiempo donde esa esperanza también nos lleva a preguntarnos esto: “Bueno, yo tengo esperanza en Dios. ¿Dios puede tener esperanza en mí?”. Y sí, Dios puede también esperar algo de mí, justamente porque con su amor tan grande me ha dado tantos dones, que quiere que estos dones fructifiquen. Entonces, también es un tiempo de, podemos decir: “No le fallemos a Dios”.

AF: Monseñor Jorge Casretto, muchas gracias por este tiempo, especialmente por estas últimas palabras de aliento que vamos a transmitir a nuestros oyentes.

JC: Bueno, una bendición muy grande a todos y muy felices navidades.

AF: Bueno, muchas gracias.

Entrevista a Héctor "Toty" Flores



Programa: "De espectadores a actores", Radio FM Fénix 100.3, Martínez.

Fecha: sábado 5 de diciembre de 2009.

Tema: “La solución cooperativa"

Conductores: Alejandro Field (AF) y Adriana Blasi (AB), de la Mesa Interreligiosa del Conurbano Norte de la Coalición Cívica

Entrevista a Héctor "Toty" Flores (36 minutos)


El archivo se puede escuchar en línea cliqueando aquí y se puede bajar cliqueando aquí

Transcripción de la grabación

AF: “Se puede, se puede, se puede, se debe”, ¿no? ¡Qué canto hermoso para enfrentar las dificultades, la canción de y por Teresa Parodi! Y el invitado que tenemos en línea me parece que es un canto al “se puede”. Se puede pasar de desocupado a Diputado Nacional, se puede hacer un montón de cosas con gente. Héctor “Toty” Flores, ¿estás en línea?

HF: Sí, buenos días. ¿Cómo les va?

AF: ¿Cómo te va, Héctor? Estuve leyendo un poco, aparte de todo lo que me contaron de vos, y realmente estoy un poco emocionado por lo que pudiste hacer y lo que me parece que vas a tener por delante todavía. Héctor, contanos un poco, Toty, presentate un poco. ¿Quién es Héctor “Toty” Flores, de dónde vino, cómo llegó a la política, qué hizo entremedio, y qué está haciendo ahora, aunque después te vamos a hacer preguntas más concretas. Pero, para el que no te conoce, ¿quién es Héctor “Toty” Flores?

HF: Bueno, soy una persona que, como muchos en la década del 70, vinimos de las provincias. Yo soy oriundo de Entre Ríos, de un pueblito, San José Feliciano, al norte de Entre Ríos. Vine a los 17 años a Buenos Aires. Antes había trabajado de canillita en una librería ahí del pueblo, desde los 9 años hasta que me vine. Y fui trabajador metalúrgico, y en el año 93 me quedé sin trabajo. En el gremio, bueno, compramos unas máquinas con mi hijo y empezamos a hacer marroquinería, trabajo de marroquinería, y en el 96, 97 nos fundimos definitivamente…

AF: Como tantos, ¿no?

HF: Sí, como tantos. Y en el 96 empezamos a construir lo que después se llamaron los Movimientos de Trabajadores Desocupados, los movimientos piqueteros, en La Matanza, bueno con amigos que habíamos estado en las fábricas. Y la verdad que fue una etapa muy difícil, porque quien había trabajado, como muchos, ¿no?, llegaban a ser millones en esa época, habíamos trabajado durante 20, 30 años en una fábrica, de pronto te quedabas sin trabajo y estabas un poco indefenso. Yo me acuerdo que había algunos compañeros que habían venido de la provincia. Lo hizo entrar en la fábrica a algún pariente. Nunca habían llenado una solicitud de empleo, ¿viste? Era difícil, absolutamente sin herramientas, así que, bueno, empezamos a construir los movimientos de trabajadores desocupados, y siempre decimos que de los MTD nosotros teníamos mucho que ver con la “T”, de trabajadores. Nosotros no queríamos perder nuestra identidad de trabajadores. Y en el año 97, a fines del 97, hubo un hecho que nos distinguió para siempre de los movimientos fue cuando, después de las puebladas de Cutral-Có y Jujuy, el gobierno lanza como respuesta masivamente los planes Trabajar, que eran planes de 200 pesos. En ese entonces eran 200 dólares, porque estaba el dólar uno a uno, y un trabajador municipal, por ejemplo, ganaba 300. Un trabajador de planta permanente. Era interesante. Pero la gente no lo quería aceptar y nosotros, nuestro movimiento, decidimos rechazarlo. Esto fue un gran debate dentro de los movimientos de desocupados, porque imagínense que había necesidades y la gente veía como que era necesario también, algunos sectores, empezar a tomar esos planes y reconvertirlos.

AF: Me imagino las discusiones que habría habido, ¿no?

HF: No… tremendas…tremendas. Porque es muy difícil tomar decisiones de conjunto cuando vos sabés que esos 200 pesos implicaba llevarle la leche al niño o no, ¿viste?

AF: Ustedes, perdón que te interrumpa, pero ¿vos intuías o ustedes intuían adónde podía esto de recibir algo, o sea sospechaban o tenías… qué fue lo que te iluminó para decir que “no” cuando todos dirían que “sí”?

HF: Bueno, nosotros teníamos la experiencia del subsidio por desempleo, digamos, ¿no?, que tenía como una lógica de búsqueda de trabajo. Eran, en ese momento, ya estaban extendidos los nueve meses. A los tres meses te iban sacando un porcentaje de lo que era tu sueldo mínimo, cosa que te incentivaba a que busques trabajo y a no vivir del subsidio. Vos tenías que tener una antigüedad de un año estable para obtener el subsidio. Es decir, había una serie de mecanismos que era evidente que querían que vos vuelvas al trabajo. Es decir, el incentivo era bueno, “pasá la situación de estar desocupado para buscar trabajo”, pero tenías un tiempo, tenías un plazo para encontrar trabajo. Lo primero que nos hizo sospechar era que eran subsidios que no tenían plazo de terminación. Entonces decíamos: “Bueno, ¿pero entonces vamos a vivir para siempre esto?”. No queríamos eso. La gente en principio lo rechazaba. Yo siempre digo que era muy difícil, les daban los cupos, porque en el año 97 empieza un proceso al revés de lo que son los movimientos de desocupados, que es que se empiezan a construir grandes organizaciones que nosotros denominamos “de arriba hacia abajo”. Los dirigentes negociaban planes asistenciales y, a partir de ahí, salían a los barrios a ofrecer los planes. Y entonces empezaban a organizarse. Y, con una lógica de sentido común de seducción de estos dirigentes que habían aparecido un poco en contra de lo que hasta ahí había aparecido, los sindicatos, los partidos políticos, porque no daban respuesta a la desocupación. Entonces, estas organizaciones sociales empezaron a… en su inicio eran autónomas, eran expresiones genuinas de lo que estaba la gente pidiendo, pero las otras empezaban a ser una suerte de nuevo punterismo, que era lo que a nosotros nos había alertado. Decíamos: “Bueno, pero ahora se van a crear organizaciones de nuevo que nos sirven para pedir el trabajo, se van a acostumbrar”. Ahí, imaginate, que era un debate infernal…

AF: Vos, perdón, no habías tenido actividad política hasta entonces…

HF: No, había actuado, digamos, en la democracia, pero cuando vine de la provincia, como muchos jóvenes, era peronista, pero nunca me había interesado demasiado en ser un militante, digamos. Después, en el 83, apoyé a Zamora, porque me parecía que era una persona que tenía una postura ética, bueno, todas esas cosas que cobraba un sueldo como cualquier trabajador, viajaba en colectivo. A mí siempre me sedujo estas personalidades que un poco rompen con la lógica del status quo, ¿no? Y la verdad que no había tenido una actuación importante, como la mayoría de los trabajadores que en ese momento nos organizamos. Porque la verdad que la desocupación te empuja a hacer cosas que en tu vida hubieras pensado hacer. Cortar rutas, ¿qué se yo? En ningún momento pensábamos eso. En la Argentina, yo siempre les cuento a los más jóvenes, era absolutamente impensado que vos pudieras ser un referente de un movimiento de desocupados, cuando en los años 70, 80, era realmente increíble si decías eso. Porque la Argentina fue un país de pleno empleo.

AF: ¿Y cómo llegás después a crear, a empezar una cooperativa, creo que con 20 personas, a lo que hoy es La Juanita y todo lo de alrededor? ¿Cuándo fue, cuándo tomaron esa decisión, de meterse en una cooperativa?

HF: Bueno, en el año 2000, más o menos, nosotros habíamos ido al Foro Social Mundial en Porto Alegre, invitados para ir a algunos paneles, porque lo que llamaba la atención era esta cuestión de no tomar los planes asistenciales. Venían a La Matanza antropólogos, sociólogos, y eso para ver era como un caso raro.

AF: Bichos raros…

HF: Un bicho raro… y entonces nos invitaron y fuimos. Y ahí nos dimos cuenta de esta cuestión de que la desocupación era un fenómeno mundial, porque ahí encontramos movimientos de trabajadores desocupados de Sudáfrica, de Francia. De todo el mundo había desocupados y se organizaban. Y empezamos a ver también que ya los que tenían más años en esto sabían que no podían volver al aparato productivo formal. Y entonces empezaban los movimientos sociales a dar respuesta a eso a través del formato de cooperativas. A nosotros no nos gustaba mucho la cooperativa, porque estábamos acostumbrados a ver las cooperativas de vivienda, donde algunos sinvergüenzas se quedaban con todo. Porque había de todo, no es que… Y empezamos un debate, pero era lo que mejor cuadraba para lo que nosotros queríamos recuperar, que era el valor de la solidaridad, de la cooperación. Yo siempre digo que el trabajo en línea, en la fábrica, te hace dependiente del compañero. Si sale bien una operación en una pieza, toda la pieza sale bien. Y si sale mal, sale mal todo y la responsabilidad es de todos, ¿viste? Entonces ya no es el trabajo individual. Eso era lo que nosotros queríamos recuperar. Y no teníamos la fábrica, que era el techo que nos protegía y unía, y empezamos a encontrar en el territorio, en el barrio, la forma de organizarnos, pero era muy difícil. Así que la cooperativa nos dio como una unidad. Nosotros tuvimos la particularidad de no hacer una cooperativa de trabajo, que hubiera sido lo lógico, también, ¿no? Un movimiento de desocupados es una cooperativa de trabajo. Se nos ocurrió un formato que el IPAC, en primera instancia, el INAES después nos aceptó, que era una cooperativa de provisión de servicios educacionales, asistenciales y comunitarios, porque nosotros creíamos que había pasado esta cuestión de la desocupación, casi sin respuesta de parte nuestra, porque nos habían ganado desde el lado de la cultura, ¿no? Habíamos perdido la fuerza que tenía la defensa de la cultura del trabajo. Y entonces empezamos a decir: “Bueno, a lo mejor nosotros ya estamos perdidos”. Es muy duro lo que fue en ese momento. Fueron discusiones muy duras. 10 Ahora uno se ríe de lo que dice, pero era muy duro decir: “Bueno, nosotros ya estamos perdidos. Hay que pensar en las nuevas generaciones”. Así que se nos ocurrió hacer una experiencia, entrar a una vieja escuela abandonada, que la estaban desmantelando los propios vecinos, ¿no? por las necesidades. Entonces les propusimos a los dueños que nosotros teníamos un proyecto, qué se yo, que había algunas ONG que podían comprar, estaba en venta. Y entramos con un comodato de uso y lo interesamos al instituto municipal movilizador de fondos cooperativos para que lo comprara. Así empezó nuestra cooperativa. Resulta que llega el 2001 y el tema no era ni la educación ni nada. Lo que se necesitaba era trabajo. Así que empezamos nuestros emprendimientos autogestionados. Teníamos, compartíamos las changas, teníamos un emprendimiento para hacer pasacalles, y qué se yo, pero en la cooperativa lo primero que empezó fuerte fue una panadería artesanal. Y cuando digo artesanal era absolutamente artesanal.

AF: Ninguno era panadero…

HF: Ninguno era panadero, para empezar. Y, este, había uno, un vecino, que era panadero, que había trabajado, pero tenía un problema: era alcohólico. Y nosotros no sabíamos de la gestión, no sabíamos nada. Entonces le dimos toda la responsabilidad a Hugo, se llamaba, se llama, porque todavía vive, para que organice la panadería. Y la verdad que tenía un problema, porque los fines de semana se llevaba la recaudación, así que imaginate que el lunes no venía. Pero nosotros trabajábamos mucho la recuperación de las personas. Siempre teníamos una consigna, cuando llegaba algún visitante, decíamos en la cooperativa: “Mire, acá no estamos los buenos”. No, no, es así. Venían de todo, digamos. Tal cual es un barrio, tal cual es la sociedad.

AF: Héctor, contame acá el rol de tu pareja, Soledad Bordegaray, que también tuvo mucho que ver, me parece, ¿no?

HF: Sí, sí. Nosotros trabajamos mucho con la cuestión de la conformación de grupos y, bueno, en el caso de la aparición de personas que venían del mundo más profesional, entonces, la intervención de la psicología social fue muy importante, y en ese caso Soledad jugó un rol en la conformación de grupos. Pero nosotros ya teníamos, antes de conocer a esta persona, como una idea de que lo más interesante era la posibilidad de poder juntarnos para desde ahí empezar a construir. Encontramos en estas ciencias, que estaban ahí, a disposición de la gente, y le dimos una vuelta. A nosotros nos interesaba mucho hablar sobre la cuestión de la psicología porque habíamos sufrido esta perversión de asumir la culpa individual de quedar desocupados. Alguna vez un grupo de estudiantes vino, hizo un trabajo, y nos dejó, y nos dio como una luz, digamos, ¿no? sobre el proceso social que no era responsabilidad individual nuestra, porque la verdad que salir a buscar trabajo, ver los cartelitos que decían “No hay vacantes”, volver a tu casa y que por la televisión digan “No hay desocupación”, y la familia te dice: “Pero vos no sabés buscar trabajo” es enloquecedor, ¿no? Entonces la formación de grupos quizás haya sido una de las cosas más importantes que nosotros tomamos como decisión.

AF: Toty, te va a hacer una pregunta acá mi compañera, Adriana, que también está escuchando apasionadamente todo lo que estás diciendo. Adelante, Adriana.

AB: Sí, Héctor, te quería… volviendo un poquitito al tema que estabas comentando de este emprendimiento autogestionado. Cuando uno habla de desocupación, ¿vos estarías de acuerdo en decir que hay dos niveles de desocupados? Está el desocupado que perdió su trabajo, y está desocupado el que todavía no se insertó en el mercado laboral. ¿Ustedes cómo manejan estas opciones?

HF: Bueno, la verdad que sí. Hoy ya existen estas dos categorías. Imagínense que la gran desocupación aparece por el año 85 [95], porque esto también es un problema que es bueno decirlo. El proceso de desocupación no es en el 2001, es en el 95, digo, y es en el momento que el país andaba bien. Los números macroeconómicos daban que estábamos en el primer mundo, pero la realidad era otra. Y, en ese momento, los movimientos de trabajadores desocupados se nutrían de trabajadores que habían sido despedidos. Hoy hay que pensar que muchos de esos trabajadores que han sido despedidos no le han podido enseñar a sus hijos cuál es la cultura del trabajo.

AB: Sí, a esto apuntaba.

HF: Y entonces empieza un proceso, creo yo, educativo, en el sentido de la necesidad de empezar a hacerle ver de dónde el papá, o la gente, obtiene el dinero para el sustento diario. Nosotros, en nuestro jardín de infantes, es parte de los emprendimientos que tenemos, cada tanto, cada mes, parte del proyecto educativo, visitamos, digamos, están todos juntos pero están separados por un tejido, entonces los hacemos visitar a los niños donde están sus tíos, sus padres, sus hermanos, en los emprendimientos en la cooperativa, para que vayan viendo [15] cómo es que ellos trabajan. Porque si no es muy difícil de explicarles en abstracto. La misma organización que significaba un trabajador, que se iba a las 5 de la mañana y volvía a las 3 de la tarde. Es decir, toda esa organización, que por eso el papá debía comer a determinada hora de la noche, y no a las 2 o a la 1, o cuando [ ] ahora, es decir, toda la vida organizada a través del trabajo. Ni siquiera había que explicarlo. Eso era parte de la cotidianeidad, que hoy no existe. Bueno, yo creo que a los jóvenes hay que empezar a explicarles todo esto, y en este sentido nosotros estamos mucho –vamos a ver si este año podemos presentar algún proyecto– para que los que tienen más de 40 años, que han vivido la cultura del trabajo, se transformen en capacitadores, pero no de un oficio solamente, sino poder mostrar qué significaba para cada uno de nosotros la cultura del trabajo, el generador de oportunidades, cómo vinimos… es decir, es difícil, para que los jóvenes empiecen a ver que es posible esto, porque cuando nosotros decimos “creemos en la posibilidad enorme que tiene la Argentina”, no es que estamos pensando en un sueño utópico. Lo vivimos nosotros. Es decir, nuestros padres nos enseñaron que, si trabajábamos duro, si conseguíamos un buen trabajo estable, vos podías tener tu hijo que vaya a la universidad. Entonces…

AB: Ahora, Toty, digo, la preocupación mía es mucho sobre los jóvenes, ¿no?, porque, digo, no estoy preocupado por todos los que ya tenemos más años y necesitamos seguir manteniéndonos o nuestras familias, ¿no? Digo, esto de la cultura del trabajo, porque uno percibe que, al quebrarse el tema de la cultura del trabajo por una infinidad de razones, hoy se podría, en algunas ocasiones, ganarse dinero de otra manera, ¿no? Y con el “otro” ya abro un abanico bastante grande, con lo cual después, una rutina de 8 horas de trabajo, por decir algo, tener un jefe que te da órdenes y demás, ya es poco atractivo.

HF: Claro. Yo creo que el tema, hoy los jóvenes, es verdad, existen todas esas ofertas. Es más, ofertas que vienen de los subsidios y todas esas cosas, pero también otras que la posibilidad de mejora en el barrio, en la villa, en el asentamiento, a partir del tráfico de droga, del afano y todas esas historias…

AB: A eso me refería…

HF: … que están al alcance de la mano de cualquiera. Es decir, eso es parte de la realidad que uno tiene que ver para poder trabajar. El tema, que yo esto es lo que intento expresárselo a los empresarios, ¿no?, que hay veces que no entienden la lógica de construcción de estos emprendimientos, estos gestionados, es que los jóvenes ya no ven el trabajo como una mercancía en el cual uno se puede alquilar para obtener un buen sueldo y, por supuesto, trabajar porque el patrón tiene la posibilidad de ganar, y en esa cadena uno está involucrado. Lo que a nosotros nos parece es que esto es rechazado, porque nosotros intuimos que piensan que de esa manera no le dan garantía, no le dan seguridad, de que las cosas puedan avanzar, porque no están acostumbrados a nosotros, donde nuestros padres nos decían: “Si no estudiás, trabajás”. Y eso era posible. Acá uno no le puede decir eso. Pero sí hay una cuestión, que es lo más interesante, que es que los jóvenes empiecen a ver como la necesidad de integrarse a partir de cuestiones un poco más solidarias. Y entonces a nosotros nos parece que es muy importante que a la incorporación de los jóvenes en la empresa se le empiece a dar como señales que esta empresa está interesada, por ejemplo, por defender que el planeta sea sostenible, darle otro valores, para ir constituyendo al trabajo como un valor en sí mismo y no como una mercancía donde solamente se puede ganar dinero. Porque precisamente este es el concepto que me parece que es fundamental, que cambió las estructuras económicas. Cuando un sector de la economía empezó a pensar que solamente debía ganar dinero, sin importarle qué significaba para la gente, para el ser humano, empezó todo este desfasaje y este capitalismo salvaje. Yo estoy a favor de una organización económica donde, por supuesto, que alguien que invierte tiene toda la posibilidad, y ese es su razón de ser, de ganar dinero, de tener rentabilidad, pero también pensando en que es necesario pensar en la gente. Yo un día conversaba con un gerente de [ ], me acuerdo que me habían llevado para un charla, y me decía: “Toty, esto es una cuestión que nosotros teneos que conversar también entre los gerentes, porque a nosotros nos dicen una empresa, en el caso de [ ], una multinacional, bueno, vamos a invertir acá tantos millones de dólares, y necesitamos tanta rentabilidad. Nadie nos dice que tenemos que despedir. Hay veces, sí, tenemos, creativamente, me había contado cómo había reconvertido sus trabajadores que ya no funcionaban bien en emprendimientos autogestionados, en las fincas, qué se yo. Si tenemos los gerentes una actitud de empezar a pensar en que si nosotros despedimos, y esto se hace masivo, la posibilidad, la viabilidad del negocio tampoco es posible, entonces estaríamos en presencia de cambios culturales muy importantes para empezar a integrar a estos sectores que no están hoy trabajando”. Yo creo que el tema de la juventud pasa por incentivarlos, no desde el punto de vista económico, porque entrar a una empresa no es lo más rentable. Se quedan en la casa y ganan más. Trafican droga y ganan más. Afanan y ganan más.

AF: Toty, yo venía escuchando la secuencia que venías contando, y veo que una habilidad tuya y de este grupo es no mandarse solos sino pedir ayuda, conectarse con gente que sabe, todo lo demás, desde el panadero hasta, en el caso que me gustaría que contaras brevemente, tu asociación con un empresario creativo como Martín Churba en el tema de los guardapolvos, que hoy se exportan a Tokio, a Estados Unidos. Me parece que todo lo que vos dijiste está resumido ahí, o sea dar trabajo, respetar a la gente, usar la creatividad de la gente. Contanos un poco cómo fue y cómo funciona eso ahora, ¿no?

HF: Sí, la verdad que fue un paso… Nosotros empezamos un tránsito de reintegrarnos a la sociedad que nos había expulsado que fue difícil. Imagínense que habíamos estado desocupados y cuando a nosotros nos propusieron: “Bueno, tenemos que empezar a hablar con empresarios, para ver cómo se hace”, este, fue difícil. Nosotros ahí consideramos que éramos responsables de nuestra propia situación, porque la integración con lo diferente es un proceso traumático. Pero, la verdad, que a partir de una propuesta de Carlos March de Poder Ciudadano, que en ese entonces estaba, hoy está en la Fundación Avina, empezamos a transitar el camino de reintegración a la sociedad. ¿Y cuál fue la política? Él nos propuso, nunca me voy a olvidar y a veces me río: “Bueno, nosotros no tenemos posibilidad de darles subsidios, ni generar emprendimientos, pero lo que tenemos es una amplia agenda que me gustaría que viniera a conversar”. Y la verdad que no sabíamos nosotros de qué se trataba. Bueno, no sé, eran 400 contactos que puso a disposición nuestra –ONGs, empresas, empresarios, consultoras, de todo– y empezamos a recorrer. No sé, habremos ido a unos 40, 50 lugares, y dentro de esos lugares llegamos a Martín Churba, con la idea de que nos ayudara a organizar el taller de costura. En ese entonces teníamos 4 máquinas y 5 personas que trabajaban y hacían algunas bermudas y remeritas para venderlos en las ferias. Y cuando los llegábamos a vender no cubríamos el costo de los insumos.

AF: No, me llama la atención esto, que yo no sabía. Que fueron 40, 50 lugares que visitaron hasta llegar a la persona indicada. O sea que no es fácil ni es inmediato, pero está la persona esperando con la solución, ¿no?

HF: Sí, yo creo que es parte de lo que hay que hacer. Yo siempre le digo también, hay veces [ ] cuando la gente me invita, hay veces que dicen: “Bueno, es un emprendedor exitoso”, y yo les digo: “Sí, quedaron 4 o 5, pero fundí 50”, porque si no también hay veces se cree que las cosas son fáciles, o de suerte, como nos dicen. El tema de Martín Churba fue importante. Bueno, creo que lo más importante fue, en un momento en que se hace el programa, nosotros no sabíamos nada, y él arma toda una asociación con Casa Quintás, con Telas Arciel, que donó para presentar nuestro proyecto y se armó “Pongamos el trabajo de moda” en Buenos Aires Fashion. Él nos indica cómo organizar el taller, y todas esas cosas. Y empezó esta cadena asociativa. Y la verdad que fue muy interesante el aprendizaje. Primero, tomar contacto con un mundo absolutamente distinto. Él no conocía de mi existencia ni yo sabía que Martín Churba era importante en la vida, porque son mundos que no tienen nada que ver. Pero fue importante porque creo que mostró las enormes posibilidades que dos puntas, se podría decir, de la sociedad argentina se podían juntar. Siempre le digo: “No sé cuántos clientes perdiste al decir que [éramos] piqueteros”. Nosotros tuvimos que hacer grandes discusiones para explicar por qué estábamos con Martín Churba, un empresario exitoso. Nunca necesitaba de nosotros para hacer negocios, digo, porque también están los prejuicios que te dicen: “Pero ¿cuánto ganó Churba?”. Y es muy difícil poder explicar. Yo siempre cuento la anécdota que alguna vez vino un capacitador a la cooperativa. Churba nos pagaba, por ejemplo, el guardapolvo, 20 pesos la confección del guardapolvo y, para dar un dato que es un poco el dato del mercado, Casa Quintás pagaba 2,50 pesos la confección del mismo guardapolvo. Sin embargo, cuando viene un técnico y nos dice: “Pero Churba, ¿a cuánto lo venderá en Japón?”. Y ahí empiezan: “Claro, nos están jodiendo, porque él gana mucho”. Fuimos a charlar, y qué se yo, y nos explicó la importancia que tenía la inversión, que él la recuperación de la inversión no es la de Casa Quintás, que hace 100 años que está, que tiene toda una estructura y que vende en el mercado interno. Y después…

AB: No, y el riesgo de la venta…

HF: Y el riesgo de la venta.

AB: Él cargaba con todos los riesgos.

HF: Sí, sí, absolutamente, absolutamente. Y eso para nosotros era algo nuevo. Y la verdad que otra vez habíamos visto en la cabeza de Pampita, me acuerdo, una visera. Nosotros hacíamos una trama con tratamiento de termofusión, le daba forma, y lo transformaba en objeto para la venta. En algún momento vimos nosotros en la cabeza de Pampita, en la revista de Clarín del domingo, que viene el precio. A nosotros nos pagaban el metro cuadrado de esa trama, me acuerdo, 70 pesos. Un trabajador en 8 horas podía hacer dos metros cuadrados, lo cual era un sueldo bastante importante, y vemos en la cabeza de Pampita una visera con 10 centímetros de esa trama que salía, no me acuerdo si 200 y pico de pesos, 280, y fuimos a Churba diciéndole: “Pero, cómo, mirá lo que sale”, y el dice: “Sí, pero esto es marca Tramando y en la cabeza de Pampita. ¿Cuánto lo venderían ustedes, esta misma visera en la feria de La Juanita?”. Y yo digo: “Claro, 2 pesos”. Ahí estaba la diferencia. Tuvimos que aprender mucho todas estas cosas. Creo que la experiencia con Churba ha sido maravillosa y, como final de este programa “Pongamos el trabajo de moda”, porque también le queríamos dar un final y después seguir haciendo otras cosas, nunca me voy a olvidar la conclusión que él llega, que para mí fue importante, cuando dice: “Esto fue exitoso porque ninguno de los factores involucrados puso lo que le sobraba, sino que puso lo mejor de sí”. En el caso de Churba y nosotros, Churba puso su creatividad, nos enseñó a hacer negocios con la creatividad, y nosotros le dimos lo que no le dábamos a nadie, que era la confianza en el otro para que con nosotros también nos involucrara en proyectos donde estaba el negocio presente, digamos.

AB: Héctor, ¿vos dirías que esta experiencia les ha servido a ambas partes para quebrar paradigmas que uno sostiene a veces a rajatabla, en desconfianza al otro, en… digamos, porque acá como vos bien dijiste, dos extremos, si se quiere, de la sociedad, en términos, vamos a decir, quizás de posibilidades de educación, en términos de poder adquisitivo, han podido sentarse a construir algo juntos? Digo, esto me parece muy valioso.

HF: Sí, yo creo que esto es lo más importante. Que es posible hacerlo, esto. Que no es fácil, que es traumático, que hay que transitar los prejuicios. Yo creo que lo que más impide son los prejuicios. Y eso está instalado en toda la sociedad. Entonces, me parece que la gran rebeldía nuestra, porque esto también fue una actitud de rebeldía, como rechazar los planes. Nosotros no sabíamos dónde íbamos a terminar. Pero era muy importante esta actitud de rebeldía ponerla en ver si podemos eliminar los prejuicios, transitarlo y empezar a construir algo distinto. Nosotros con el ejemplo de Churba muchos amigos nos decían: “Y, esto es bueno para el egocentrismo de uno. No, se juntaron personas excepcionales, ¡qué grande!, pero no es posible”. A nosotros nos dolía un poco, porque si no es posible estábamos en el horno, solamente era una casualidad, o suerte, como muchos también nos decían. Así que iniciamos también un plan para ver si podíamos hacer algo parecido en otro emprendimiento, que es la panadería, y la verdad que nos resultó fácil, porque alguna vez nos enteramos que Maru Botana estaba interesada en nuestra cooperativa y entonces fuimos con una propuesta y le dijimos: “Nosotros también estamos interesados en usted. Queremos hacer una asociación. Necesitamos… nosotros vendíamos pan dulce a fin de año, y con eso sosteníamos lo que llamamos el precio social de nuestra panadería, y algunos chicos que en situación vulnerable estaban y en dos o tres meses los capacitábamos en el oficio de panadero y salían a la vida en mejores condiciones. Entonces le contamos todo el proyecto que teníamos de esta panadería, y necesitábamos una receta para hacer un pan dulce de calidad y tomarlo como regalo empresarial, qué se yo, como una forma de redistribución de los ingresos, decíamos nosotros ¿no? La verdad que Maru Botana rápidamente se reentusiasmó y nos dio una receta de pan dulce, la misma que hacía ella con una sola condición, que era que cumpliéramos exactamente el procedimiento y la calidad de los insumos, porque si no estaríamos desvirtuando lo que es su receta. Y es un éxito. Hoy estamos vendiendo, no sé, este año creo que en la cooperativa, un plan de vender 3000 kilos de pan dulce, con un altísmo valor agregado, porque la receta de Maru Botana lo hace un pan dulce para que estén en las mesas de la familia…

AB: Para el que quiera comprar el pan dulce, ¿dónde tiene que hacerlo, Héctor, querés comentarlo?

HF: Bueno, yo les doy un teléfono de la cooperativa, que es 4698-0147, y ahí les van a decir, porque en mucho lugares hay puestos de venta del pan dulce en las distintas zonas de Capital y Gran Buenos Aires, que hoy yo ya no estoy al tanto de la cooperativa, así que no me los acuerdo de memoria.

AF: Toty, tengo acá un par de preguntas de un compañero nuestro, acá, de la Coalición Cívica de San Isidro, a ver si nos podés contestar. Dice: “Existen diferentes compañeros que se están organizando para formar cooperativas, como sucede en el Bajo Boulogne. Somos 15 familias que nos organizamos, pero no podemos acceder al Plan Trabajo con Dignidad, ¿Inscribirse como cooperativa implica una erogación de $1500, ¿Dónde debemos recurrir para obtener éste reconocimiento de manera gratuita?”.

HF: Bueno, la verdad que yo les aconsejaría que sigan trabajando en la formación de cooperativistas. La verdad que el tema de Argentina Trabaja es un problema que nosotros tenemos que tener en cuenta a la hora de tomar la decisión. Es muy parecido a los de los planes asistenciales, porque son cooperativas que en realidad todavía no tienen diseñado dónde van a trabajar y son parte más del clientelismo. Si quieren yo les doy una salida rapidísima. Es un compañero que le aconsejo que no lo haga, pero lo primero que tiene que hacer es ir a una Unidad Básica o a un puntero que se lo consiguen rapidísimo.

AF: Si quiere conseguir eso.

HF: Y solamente es eso. Fíjense, yo estuve acompañando el acampe de algunas organizaciones sociales que trabajan en el Gran Buenos Aires, que estuvieron en Plaza de Mayo hace dos días, porque no les dan a ellos, que son organizaciones sociales que vienen trabajando en el territorio hace rato, tienen sus cooperativas, han trabajado. Pero no se los dan, porque Argentina Trabaja es un plan clientelar, es más de los subsidios. Yo sé que hay mucha gente que dice: “Bueno, por lo menos si gano 1.200 pesos, 1.500 pesos, puedo subsistir y pasar bien”. Es muy difícil acceder a no ser que abandone sus posturas independientes. Son fáciles de acceder, y no tienen mucho problema los que son del palo del gobierno. Y en esto son categóricos. Este plan es así. No es una presunción, no es hacer política para poder tirar abajo. Esto es así, es categóricamente así, tanto es que cada vez que necesitan alguna posibilidad de generar que se lo den, se movilizan a la Plaza de Mayo organizaciones que son poderosas en su capacidad de movilización. Yo no veo salida para eso. Sí me parece que es muy importante, si hay 16 familias que quieren organizarse en cooperativas, que empiecen el proceso tal cual lo indica el IPAC y el INAES, que son 8 reuniones sobre qué son los valores y principios cooperativistas, y esperar que tenga la personería jurídica. No es un impedimento para actuar como cooperativa el hecho de que tenga la personería en trámite. Se hace un depósito de poco dinero y después, cuando está el trámite se paga el resto.

AF: Héctor, estamos cerrando el programa, la parte esta. La última, la pregunta es, si nos contestás en un minuto es: “¿Existe alguna propuesta o trabajo de la Coalición Cívica para facilitar la formación de Cooperativas?”. Decinos si hay algo en marcha o algo pensado para ir pensando el año que viene, por ejemplo.

HF: Bueno, nosotros, este año la Comisión de ONGs, Cooperativas y Mutuales prácticamente no ha tenido actividad, porque nunca ha logrado el quórum. Hay algunas comisiones donde el oficialismo no le interesa, entonces no ha dado. Creo que ahora el Parlamento va a cambiar, y hay muchos procesos en que hay muchos proyectos que se están buscando procesos de capacitación en el tema cooperativista, que sea también en las escuelas. Y yo tengo un proyecto que es la creación de una oficina en el Parlamento Nacional de diálogo entre la política y la sociedad civil, como para empezar a que la sociedad civil vaya sabiendo cuáles son los proyectos que están entrando, y también que en esas propias comisiones tengan cierto poder de lobby los que no tiene posibilidades económicas de hacerlo, es decir que la gente venga, y bueno creo que este año, el año que viene, digamos, lo vamos a presentar, y vamos a empezar a trabajar con audiencias públicas y todo eso, porque las cooperativas de todos los sectores, desde las fundaciones de empresas hasta las cooperativas más chiquitas, necesitan de un lugar desde donde se puedan empezar a involucrar y empezar a generar posibilidades para la transformación de las leyes, y todo eso, son difíciles. Para las cooperativas es más difícil, por ejemplo, abrir una cuenta bancaria que para un narcotraficante.

AF: Toty, tenemos que lamentablemente cerrar esta parte. Nos has dado una inyección de esperanza que era el tema del programa de hoy y de los programas hasta el fin del año. Te agradecemos tu tiempo, y te felicitamos, y contá con nosotros para lo que necesites, en cuanto a difundir lo que están haciendo o simplemente charlar algo. Así que muchísimas gracias por tu vida y por tu ejemplo, y por lo que estás haciendo en este momento.

HF: Bueno, muchas gracias a ustedes. La verdad que yo creo que la salida para la Argentina es juntarnos los excluidos sociales y los excluidos morales, que son [ ] y a partir de ahí creo que la Argentina cambia. Muchas gracias.

AB: Muchas gracias, Toty.